Mide solo un metro de ancho por 100 metros de largo y conecta a los jirones Guillermo Moore y Sáenz Peña.
Si en algún momento pensé que conocía cada rincón de mi rico Chimbote (Áncash), creo que me equivoqué. Ahora estoy convencida que ignoro muchos lugares que forman parte de la historia de esta ciudad que me ha visto crecer.
La información de un compañero, despertó mi curiosidad y me llevó hasta la primera cuadra del jirón Guillermo Moore, un lugar que en la actualidad luce urbanizado y limpio, además tiene una vista interesante de la bahía, pues se ubica cerca al malecón.
Cuatro familias un callejón
Aquí pude conocer por primera vez uno de los callejones más antiguos de Chimbote y quizá también el más estrecho, el más largo del país, y el protagonista de una interesante historia de cuatro antiguas familias, conformados por algunos de los primeros habitantes de esta tierra.
Debo confesar que al atravesar este angostillo de solo un metro de ancho y 100 metros de largo, fue como retroceder el tiempo y me permitió, por un momento, ver a mi tierra porteña de antaño, época en la que gozaba de una envidiable playa de arena dorada y agua celeste y de un prodigioso mar que proveía de las mejores especies marinas a sus habitantes. Claro, todos los de mi generación solo hemos visto estas imágenes en fotografías en blanco y negro.
Ya en el lugar, fui recibida amablemente por don Víctor Mendoza Aponte (74), quien es el mayor de 10 hermanos del matrimonio conformado por Albino Mendoza Díaz y Laura Aponte Palomino. Él me cuenta que el famoso callejón de Moore fue creado porque sus padres y las familias que ocupan las esquinas, quisieron asegurar un techo para sus descendientes.
Herencia
Refiere que las cuatro familias, quienes tienen vínculos consanguíneos, hace muchos años compraron estos terrenos a la municipalidad, cuyas medidas eran de 10 metros (frontis) por 50 metros de fondo. “En ese entonces se ofrecían terrenos grandes y ellos los compraron porque pensaron en sus hijos y como no podían dividir el frontis para cederles parte del terreno a sus hijos, ingeniaron el callejón, pues era más fácil fraccionar el fondo del predio”, menciona.
Los esposos Mendoza Aponte y su pariente Buenaventura Palomino Vidal, compartían el acceso al callejón por el jirón Guillermo Moore, mientras que Domingo Arroyo Mendoza y su familiar Federico Mendoza Díaz, lo hacían por el jirón Sáenz Peña.
En la actualidad al interior del callejón, que hasta cierto punto parece un espiral, viven unas 14 familias, descendientes de los pobladores arriba mencionados y para ser sincera, en este lugar parece haberse detenido el tiempo. Víctor evoca sus recuerdos y refiere que aunque parezca paradójico el callizo siempre ha mantenido unido a las cuatro familias.
Sin embargo, confiesa que ya no es tan seguro como antes, por lo que las familias han coincido en la necesidad de colocar una puerta de rejas por ambos lados, a fin de evitar el ingreso de delincuentes, que lo utilizan como vía de acceso y salida.
Antes de retirarme, no pude evitar preguntarle a don Víctor Mendoza cómo se celebraba antiguamente la fiesta de San Pedrito y su respuesta fue lo que muchos quizá hemos percibido a lo largo de estos años. “San Pedrito era una fiesta familiar y había mucho fervor religioso. Todos, padres e hijos acompañábamos a la procesión. Hecho que ahora ya no se ve”, sostuvo.
Por: Yanet Reyes
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