¿Cómo entender que el Canciller de la República especule y divague con ligereza sobre temas que hieren a las víctimas y a quienes estuvieron en la primera línea de un combate que ha costado decenas de miles de vidas humanas?
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Resulta indignante que mientras más necesitamos de serenidad para restablecer la confianza y reactivar la economía, más nos veamos obligados a destinar nuestra energía a querellas del pasado. La Comisión de la Verdad estableció de manera precisa que Sendero Luminoso inició sus actividades terroristas en mayo de 1980, el día en que se elegía presidente de la República por primera vez en 17 años. El grupo terrorista fundado por Abimael Guzmán preparó su paso a la lucha armada durante diez años y nunca negó su adhesión a la tesis de Mao Tse Tung: El poder nace del fusil. ¿Cómo entender que el Canciller de la República especule y divague con ligereza sobre temas que hieren a las víctimas y a quienes estuvieron en la primera línea de un combate que ha costado decenas de miles de vidas humanas? Béjar ha agraviado a la Marina, pero también a todos los que han luchado para que prevalezca nuestra democracia.
La responsabilidad no es solo de Héctor Béjar, sino de los que tuvieron la cínica idea de ponerlo a la cabeza de nuestra diplomacia, es decir convertirlo, en nuestro interlocutor ante la comunidad internacional. El azar ha querido que mientras se difundían las torpes declaraciones de Béjar, una secta fanática y terrorista capturaba el poder en la capital de Afganistán. Los talibanes de hoy piensan como era frecuente en América Latina hace sesenta años: que todo lo malo procede de la CIA. La verdad es que lo que ha causado la caída de Kabul es la corrupción, el narcotráfico, el fanatismo religioso y el recurso a la violencia. Béjar será pronto un mal recuerdo, lo que queda pendiente es defender nuestra democracia.
Las cosas como son
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