CADE 2021: retrospectiva para entender la situación actual en lo económico, social e institucional

El empresario Rolando Arellano, presidente del directorio de Arellano Consultoría, recordó que en el año 1970 ocurrieron una serie de factores que afectaron a la estructura económica y social del país: una reforma agraria "mal hecha" que empobreció a los propietarios y a los campesinos, la hiperinflación y el terrorismo. Estos tres factores, comentó, marcaron un hito en la economía del país en la historia de la vida republicana.

"Estos 150 años de una estructura piramidal cambia en 1970, hace casi 50 años, cuando se juntan todos los males que se podían esperar para un país: una reforma agraria mal hecha, se empobrece a los propietarios, pero también a los campesinos. Luego la hiperinflación al ponerle un impuesto externo al dinero hace que las clases medias se empobrezcan y nos llega Sendero Luminoso que destruye mucho más la estructura del campo", recordó.

Arellano explica que esta situación generó una masiva migración del campo a las ciudades, con la cual el Perú pasó a ser de un país fundamentalmente rural a ser uno urbano, incluso más urbano que países como Inglaterra, Francia o Italia. Sin embargo, esta circunstancia se constituyó en una amenaza que obligó a los migrantes a ocupar la periferia de las ciudades costeras, donde no recibieron apoyo de los gobiernos.

"Hoy el Perú es 80 % urbano y la sierra se convierte en el 29 % de la población. Todo esto genera un gran problema porque la gente que viene del campo a la ciudad no son aceptadas por la ciudad y se quedan en la periferia y se constituye el peligro máximo: mucha gente pobre en las periferias y sin un gobierno para ayudarlos", explicó.

El milagro social

Rolando Arellano sostiene que en una situación así se podría esperar una "explosión" del país; sin embargo, de un momento a otro, en lugar de tener esta esperada crisis, el país comenzó a tener un importante crecimiento económico y social, llamado por algunos especialistas como "el milagro social más importante", con cifras que nos ponían a la par de estadísticas reportada por países que por aquel entonces eran grandes potencias.

"A partir de 1990, empezamos a tener uno de los crecimientos más altos del mundo, si no hubiera sido porque China ya empieza a crecer un poco más, probablemente podríamos haber sido en mucho tiempo el país con más crecimiento del mundo, donde cuatro de cada seis peruanos dejan de ser pobres; es decir, casi la mitad de los peruanos pueden comenzar a elegir qué consumir o a tener opciones de vida mejores", refirió.

Además, disminuye la desigualdad. Según Arellano, las estadísticas revelan que el ingreso de las personas pobres creció a 5 % anual, mientras que el ingreso del 20 % de la población más rica creció a 2 %. Otro dato es el mayor crecimiento del campo en comparación con las provincias y que el PBI de las regiones comienza a crecer más que el de Lima.

"En general se ve un desarrollo muy grande que no se puede explicar por los gobiernos, porque finalmente los gobiernos que tuvimos en esa época, desde Alan García, Fujimori, Toledo, eran gobiernos bastante ineficientes. La economía crecía, más bien, por cuerdas separadas. Es cierto que dieron estabilidad legal, respeto a las libertades y a la autonomía del BCR, pero por otro lado no supieron distribuir la riqueza ni aplicarla a los servicios sociales y lo que sí tenían era poca capacidad de control", refirió.

Cuando se comenzó a analizar qué podría explicar este fenómeno, se encontró un dato importante: el número de empresas registradas que empezamos a tener en el país. Si en el 2004, donde había 60 % de pobres, se registraron 1millón 47 mil empresas, según datos de INEI, en el 2019 se tenía 2 millones 838 mil empresas. Este crecimiento responde a un circulo virtuoso: gran demanda, poca oferta.

"Se generan estos millones de empresas detrás de un concepto de necesidad, esfuerzo y muchas ganas de trabajar. Un peruano hoy trabaja poco más de 2 mil horas, y si comparamos eso con un obrero alemán, trabaja 1450 horas. No es falta de esfuerzo, lo que falta es productividad, probablemente", apuntó.

Finalmente, Rolando Arellano consideró necesario que en el Perú se reconozcan a todos los ciudadanos que emprenden un negocio como empresarios (en lugar de emprendedores) como primer paso para empezar a colaborar entre todos y desarrollar un progreso" hecho entre todos nosotros". En tanto, Carlos Contreras coincidió en que la idea de la empresa propia podría ser un camino para la integración económica.

"Si bien tenemos la fuerza de tener un gran sentimiento empresarial, hoy tenemos la inmensa ventaja demográfica de que la gran mayoría poblacional está en la mayor fuerza de creatividad y de trabajo. La mayoría poblacional en el Perú ya no son los niños, sino la gente entre 20 y 30 años. Es el momento de mayor fuerza productiva y de aprovechar lo que puede ser el eje promisorio para el futuro del país", indicó Arellano.

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