Por Sebastián Velásquez
Psicólogo clínico, escritor de psicología y neurociencia, y editor
Esta cuarentena, y la situación general de pandemia, ha puesto de relevancia no solo la salud física, sino también la psicológica. Mientras muchos médicos, policías, soldados, recolectores de basura, cajeros, agricultores y toda la línea necesaria para mantener los productos de primera necesidad están luchando día a día, un gran número de personas se pregunta qué puede hacer para sentirse mejor. Tanto en la ciudad como en el ámbito rural todos estamos pasando por un momento difícil para el cual no estábamos preparados: el virus apareció de repente y cambió nuestra cotidianidad. Todo lo que habíamos planeado y todas nuestras actividades se suspendieron temporalmente. Obligados a quedarnos en casa, sin poder visitar a nuestros amigos y familiares, muchos de nosotros empezamos a sentirnos tristes, impotentes y ansiosos. Y, como lo mencioné en un artículo pasado, esto es normal: una situación como esta no es agradable. Sin embargo, estas emociones no nos acompañan todos los días, no llegan a ser tan intensas y nos permiten seguir haciendo algunas actividades. ¿Qué pasa si no lo logramos?
La semana pasada fui invitado al programa Conversando con Zafranal, en una radio que se emite en la zona urbano-rural de Arequipa, para hablar sobre los efectos de la cuarentena en la salud mental de la población. De las preguntas que se abordaron, una me pareció muy importante: ¿cuáles son las señales de alerta que nos deben preocupar? Como psicólogo clínico, se me ocurren muchas advertencias que no debemos ignorar cuando se trata de nuestro bienestar. Pero, si enumeramos cada una de ellas, vamos a terminar elaborando una lista muy larga que nos puede confundir. Así que concentrémonos en las pistas más importantes a las que debemos atender y que están como elementos centrales en los trastornos psiquiátricos. Básicamente, prestemos atención a nuestra capacidad para amar, para jugar y para trabajar. ¿A qué nos referimos con esto?
Nuestra capacidad para amar es sencillamente nuestra facilidad para vincularnos con los demás, para generar relaciones íntimas y cercanas con nuestras amigas, amigos, pareja y familiares; incluso, con nuestras mascotas. Es nuestro deseo por saber de nuestros seres queridos y por comunicarnos con ellos. Es nuestra motivación más profunda por dar y recibir amor, que está en nosotros desde que nos empezamos a relacionar con nuestra madre cuando somos bebés. Nuestra capacidad para jugar, por otro lado, no es otra cosa que el impulso que tenemos por disfrutar de la vida y hacer nuestras actividades favoritas. Es nuestra habilidad para ser espontáneos y flexibles, de adaptarnos a las situaciones y de sentir placer, incluso, en estas duras circunstancias. ¿Recuerdan cuando éramos niñas o niños y, sin darnos cuenta del tiempo, nos perdíamos horas de horas en un mismo pasatiempo? Es eso lo que nos sucede cuando, sin preocupaciones, compartimos una comida, leemos un libro, vemos una película o conversamos con alguien a quien queremos. Hasta aquí, hablamos de nuestra capacidad para conectarnos con los demás y deleitarnos con las cosas simples de la vida. Si vamos un poco más allá, para construir una sociedad, hemos desarrollado una disposición para trabajar, para conseguir logros que benefician a la humanidad.
Generalmente, en condiciones habituales, disponemos de estas tres capacidades: tenemos amigas y amigos a los que frecuentamos, familiares que visitamos, trabajos a los que asistimos y pasatiempos que desarrollamos. Pero, en esta cuarentena, hemos tenido que ser ingeniosos para continuar con estos tres componentes dentro de casa. Aunque nos ha costado, y quizás nos sigue suponiendo un gran esfuerzo, algunos aún podemos amar, jugar y trabajar. Pero, ¿qué pasa si nuestras emociones ya empiezan a interferir con estas esferas de nuestra vida, si perdemos el interés por saber de las personas que viven con nosotros, si no deseamos realizar aquellas actividades que disfrutábamos y si nos sentimos con tan poca energía que llevar a cabo una tarea del hogar es un sacrificio? Pues estas son las señales a las que tenemos que prestar atención y, sobre todo, a la cantidad de tiempo que nos vamos sintiendo así. Si se trata de dos semanas o más, no dudemos en pedir ayuda.
A continuación, les dejo los números de teléfono de las instituciones que están atendiendo gratuitamente y de forma virtual a las personas que lo necesitan.
Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima: (0970) 089 355
Sociedad Peruana de Psicoanálisis: 447 8568
Centro Vinculare: 273 8157
Psicólogos Ciapla: 997 383 310
Terapia de Artes Expresivas: 422 6710
Talking Cure: (0962) 223 082
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