En el caso de Pedro Castillo hemos tenido múltiples pruebas de su tendencia a hacer nombramientos de personas en el mejor de los casos sin calificaciones, en el peor con cuestionamientos en su trayectoria profesional.
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Gobernar supone seleccionar a las personas más calificadas para los cargos que dependen del Estado. Un buen presidente es el que se muestra capaz de seleccionar altos funcionarios que sepan más que él en sus respectivos sectores. Un presidente mediocre es el que teme que hayan en su equipo personas que adquieran notoriedad por sí mismas y que tengan realizaciones que se les pueda atribuir directamente.
En el caso de Pedro Castillo hemos tenido múltiples pruebas de su tendencia a hacer nombramientos de personas en el mejor de los casos sin calificaciones, en el peor con cuestionamientos en su trayectoria profesional. Eso explica la altísima rotación de ministros y altos funcionarios, así como el retraso que toma la gestión pública. Los ejemplos recientes más evidentes son los vencimientos de vacunas, la crisis de los pasaportes y la demora para comprar fertilizantes.
Peor aún, una parte de los nombramientos firmados por Castillo parece responder a su dependencia de Vladimir Cerrón, como es el caso del ministro de Energía y Minas. Y ya sabemos que ni siquiera se cuenta con el ministro Palacios para contribuir a solucionar la paralización de la mina Las Bambas. Por eso no sorprende la destitución súbita y nocturna de la responsable de la Autoridad para la Reconstrucción con Cambios, Amalia Moreno. Ni siquiera se le notificó la decisión, de manera que Moreno dejó de ejercer su cargo mientras se hallaba en desplazamiento oficial en Tumbes.
La falta de maneras evidencia el maltrato a los funcionarios que no son de la órbita de Vladimir Cerrón. Lo grave en el que caso de la Autoridad para la Reconstrucción es que funciona bajo un régimen de gobierno a gobierno, acordado con el Reino Unido. Nos ha tomado veinte años aprender de nuestros errores y proyectarnos como un Estado en cuya palabra se puede confiar. Perder la confianza puede ser fruto de nombramientos irresponsables y maneras arbitrarias.
Las cosas como son
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