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El nacimiento más grande del valle del Mantaro

Foto: Lizzet Paz
Foto: Lizzet Paz

Su creador Luis Cárdenas comentaba que gente venida de todas partes del planeta pasaban de manera obligada por su casa-museo para admirar el misterio.

Lizzet Paz
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En la provincia de Huancayo (Junín), muchas familias arman sus nacimientos para recibir con esperanza y amor la llegada del niño Jesús, pero al mismo tiempo, para preservar tradiciones que, de otro modo, morirían. Uno de esos nacimientos pertenece a la cesión cultural de don Luis Cárdenas Raschio.

Entre todos, el más reconocido y sorprendente es el nacimiento de la familia Cárdenas, ubicado en la calle Real N°185, en el distrito de Chilca. Desde 1940, este nacimiento ha crecido y, actualmente, es reconocido como uno de los más grades del Perú (incluso, seguro, del mundo), porque mantiene la rica usanza de la sierra, con su fauna y flora como contexto del propio nacimiento.

El monumento muestra las costumbres del valle del Mantaro, con danzas como la huailigía, los huacones de Mito, los auquines, los auquish, el santiago, la chonguinada, el hualylash, los avelinos, la colla de Sapallanga y otras, conformadas por unas tres mil figuras vestidas con los trajes típicos.

Este nacimiento es reconocido mundialmente, pues, en vida, su creador Luis Cárdenas Raschio comentaba que gente venida de todas partes del planeta pasaban de manera obligada por su casa-museo para admirar el misterio.

En el nacimiento, la idea de su creación era reflejar al valle del Mantaro con todas sus costumbres y danzas típicas. Así lo logró, pues, en efecto, refleja todo eso, además de los nevados del Huaytapallana y del Pariajacca, desde donde se ven pueblos de  diferentes zonas. También muñecos hechos de panca de maíz que representan la danza de los viejitos, algo sumamente original y llamativo.

Este nacimiento se arma durante 15 días. Los herederos de tan importante legado, siguiendo la misma costumbre del patriarca, mandan a celebrar una misa el 6 de enero en honor a la familia Cárdenas y de los amigos más cercanos. Después, como es la tradición, hacen la bajada del Niño y finalmente lo desarma para volver a insuflarle vida y espiritualidad al siguiente año.

Además de este gran nacimiento, en su legado hay más de 200 nacimientos de todas partes del mundo, entre ellas varias costosas miniaturas. Además, unas creadas por Luis Cárdenas, a base de corcho, madera, y metal. Tambien quedan para la posteridad sus grandes colecciones de telares, estampillas, artesanías y máscaras, que acopiaba con tesón, así como sus charlas sobre costumbres, tradiciones y manifestaciones artísticas andinas de nuestro Valle del Mantaro.

Engreído de la Unesco y otros espacios académicos internacionales, Huancayo le debe mucho a Luis Cárdenas Raschio, pero destaca, sobre todo, su incasable lucha para lograr la valoración de lo nuestro.

Historias de Navidad

Según contaba Cárdenas Raschio, en la época de los años 40 los niños no recibían regalos como ahora, por ello nuestro primer folklorólogo aseguraba confeccionar sus propios obsequios. Tenía un molde al que vertía plomo derretido y así confeccionaba sus soldaditos de plomo. “Era la creatividad lo más importante”, decía. Más adelante los padres adoptaron la costumbre de colocar un regalo dentro de una media que era colocada en la cabecera de las camas para que el niño pueda hallarlo.

El escritor Sandro Bossio Suárez, también conocedor de nuestro pasado, cuenta que en nuestra ciudad antes la Navidad era muy andina (o sea no había panetones, champán ni pavo) y la cena navideña era con lonjas de cerdo, jamón serrano y pepián de gallina con rafañote. Había un plato llamado “sánguche navideño”, que contenía las carnes, salsas y panes de trigo muy ricos.

Pero lo mejor eran los “Orines del Niño”. Cada visitante llegaba a la casa con una vela encendida y los dueños del nacimiento los recibían con un vaso de jora, chicha de maíz o cualquier otra bebida a las que les llamaban “Orines de Niño”. Dice que incluso le llamaban “Pichi del Niño”. Todos lo tomaban con mucha alegría.

Por: Lizzet Paz

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