Ni el Congreso, ni el Ejecutivo ni la Fiscalía se muestran a la altura de los problemas sociales y económicos que enfrentan la mayoría de los peruanos, amenazados por el desempleo, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la delincuencia.
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Por un desdichado azar o acaso por la fría manipulación de una mafia que busca protegerse en la oscuridad, nuestro país ha vivido durante los últimos días una sucesión de escándalos que se sobreponen y se neutralizan. Todo comenzó durante la madrugada del lunes 27, cuando se produjo un allanamiento en la sede del Ministerio Público. El equipo especializado en la Corrupción en el Poder desarrolló la hipótesis de la existencia de una organización criminal encabezada por la Fiscal de la Nación, Patricia Benavides. A partir de ese día comenzamos a conocer chats intercambiados entre el principal asesor de la Fiscalía, Jaime Villanueva, y congresistas que debían votar sobre temas sensibles: la elección del Defensor del Pueblo, la inhabilitación de la fiscal suprema Zoraida Avalos, el cuestionamiento a miembros de la Junta Nacional de Justicia. El día siguiente, el Tribunal Constitucional publicó un auto solicitando la ejecución del indulto de Alberto Fujimori. Ayer hemos oscilado entre Patricia Benavides en la Comisión de Fiscalización, Jaime Villanueva reconociendo la autenticidad de los chats y el auto del Tribunal Constitucional, cuestionado por “errores administrativos”, pero también por no haber sido elaborado entre los seis miembros del Tribunal. Y durante la noche la Corte Interamericana de Derechos Humanos solicitó al Estado peruano no ejecutar la liberación de Alberto Fujimori. Mientras tanto, se ha producido el asesinato de trabajadores de una empresa minera en Pataz, La Libertad. Todo esto, en vísperas de conmemorarse el primer aniversario del fallido golpe de Estado de Pedro Castillo. Ni el Congreso, ni el Ejecutivo ni la Fiscalía se muestran a la altura de los problemas sociales y económicos que enfrentan la mayoría de los peruanos, amenazados por el desempleo, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la delincuencia. En la base de todo, la corrupción, la búsqueda de impunidad y la incapacidad de poner los intereses del país antes que los de funcionarios con poder y miedo a perderlo.
Las cosas como son
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