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Momento de decepción y persistencia [COLUMNA]

| Fuente: AFP

Basta ver los problemas de suministro y aplicación de vacunas en que se hallan países como Reino Unido, Francia y Estados Unidos, para convencernos que la tendencia primaria a buscar culpables no nos va a ayudar ni a salvar vidas ni a dar empleo a los millones que no logran aportar sustento a sus familias.

Escucha el canal de podcast de Las cosas como son en RPP Player.

Hay circunstancias en la vida en las que cuesta trabajo reconocer que las cosas no han salido como deseábamos y ciertamente no como creíamos merecer. Hoy estamos en una situación de ese tipo. Pese a las restricciones que hemos tenido que vivir, pese al elevado número de muertos, pese a los sacrificios y la caída económica, hemos entrado a un nuevo ciclo de elevada tasa de contagios y de servicios hospitalarios al borde del colapso.

Mientras más rápido reconozcamos la gravedad de la situación mejor será. A falta de un calendario seguro de vacunación, solo podemos contar con la disciplina sanitaria: evitar reuniones, sobre todo en espacios cerrados, respetar escrupulosamente el uso de mascarillas, el lavado de manos y la distancia social. De esa manera nos protegemos a nosotros mismos y a nuestro entorno, con la esperanza de ganar tiempo y acceder a alguna de las vacunas que el gobierno intenta comprar en el convulsionado mercado internacional.

Como en otros países del mundo, lo peor que podría pasarnos es añadir a la crisis sanitaria inestabilidad institucional, a la que nos conducen las acusaciones altisonantes, los ataques personales y la voluntad de usar el miedo como arma política. Basta ver los problemas de suministro y aplicación de vacunas en que se hallan países como Reino Unido, Francia y Estados Unidos, para convencernos que la tendencia primaria a buscar culpables no nos va a ayudar ni a salvar vidas ni a dar empleo a los millones que no logran aportar sustento a sus familias. Solo añadirá amargura y hostilidad, en vez de diálogo y búsqueda de soluciones.

En este contexto de incertidumbre y miedo hemos entrado a la campaña electoral. Después de haber cometido todos los errores políticos, tenemos otra vez la posibilidad de escoger a quienes nos van a gobernar durante cinco años: a los que nos ofrezcan más garantías de honestidad, de organización y de eficiencia. La campaña debería centrarse en planes y propuestas: ¿cómo darle más coherencia y eficiencia a nuestro sistema de salud? ¿cómo contribuir a la reactivación económica? ¿qué cambiar de nuestras instituciones para limitar la corrupción y mejorar la gestión? ¿cómo evitar que un nuevo año escolar sin clases presenciales profundice la desigualdad entre los que tienen y los que no tienen acceso a internet? ¿qué inversiones deben ser priorizadas en la infraestructura educativa y sanitaria, en carreteras, en la red digital, en puertos y aeropuertos?

Todas las preguntas sectoriales conducen a una exigencia de liderazgo honesto e imparcial. Desdichadamente, en vez de usar nuestra capacidad y la fuerza de nuestras convicciones para mejorar nuestro país, caemos en la tentación de recurrir el sarcasmo, las poses justicieras o las falsas expresiones de indignación para descalificar al adversario.

La Sociedad peruana de Psicoanálisis, el Instituto Gestalt y otras asociaciones dedicadas a la salud mental persisten en advertir sobre los riesgos que corremos por los cambios bruscamente introducidos en nuestras condiciones de vida: las perturbaciones del sueño y de la nutrición, la falta de contacto emocional con parientes y amigos, las forzadas convivencias en espacios familiares, las frustraciones e incertidumbres económicas, el miedo ante el futuro constituyen un marco general que alimenta actitudes destructivas y peor aún, autodestructivas.

La clave de la salud mental es poder expresarse y poder ser escuchados. Todos estamos expuestos a una amenaza insidiosa, que muta y cuenta con nuestros descuidos para aumentar la lista de infectados. Pero todos debemos colaborar a reducir el número de contagios, comenzando por cuidarnos a nosotros mismos. Un día llegará en que podremos complacernos de haber sobrevivido. Por ahora, nos corresponden cultivar la disciplina sanitaria y la salud mental.

Las cosas como son

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