Pedro Castillo intenta potenciar su victimismo con la denuncia de la impunidad que protegería a delincuentes poderosos.
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El presidente Castillo aprovechó ayer una reunión con dirigentes populares en Palacio de Gobierno para reiterar su narrativa victimista y negadora. En vez de utilizar argumentos y respetar los procedimientos judiciales, Castillo prefirió denunciar lo que llamó “un enseñamiento contra su familia”. Bastaría con preguntarle por qué, en efecto, parientes cercanos como su esposa, su sobrino Fray Vásquez y su hija Yenifer Paredes son objeto de investigaciones fiscales. Contra ellos no hay ninguna forma de “ensañamiento”. Lo que hay es la sospecha creciente de que esos parientes, así como otros allegados, se han aprovechado del poder de Pedro Castillo para obtener beneficios particulares. Y por lo menos uno de ellos sigue siendo un prófugo de la Justicia.
Castillo intenta potenciar su victimismo con la denuncia de la impunidad que protegería a delincuentes poderosos. Parece olvidar que varios de sus predecesores y otras personalidades políticas se hallan en la misma situación que él, la de investigados por la Fiscalía. La narrativa denegatoria del presidente fue reforzada por el primer ministro en el marco de la conferencia de prensa ofrecida después del Consejo de ministros. Aníbal Torres socavó la legitimidad de la Fiscal de la Nación al cuestionar la validez de sus tesis universitarias. Peor aún, Torres afirmó que la Fiscal favoreció a su hermana, jueza investigada por haber sido clemente con narcotraficantes. Y proclamó con aire indignado que los grandes narcotraficantes se hallan libres en nuestro país. Castillo se comprometió durante la campaña a renunciar a las inmunidades de la función presidencial. Lejos de eso, cada día está más claro que es un político capaz de destruir las instituciones del Estado, para evitar rendir cuentas ante la Justicia. Él y algunos de sus parientes.
Las cosas como son
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