Hay miles de payasos en Chiclayo, pero solo "rocotito" graba las sonrisas de los transeuntes
No ha ganado, ni busca ganar un premio pulitzer, ni mucho menos está a la pesca una primicia o una nota sobresaliente. Su nombre es “Rocotito” y solo busca arrancarle una sonrisa a cualquier chiclayano de a paso, que de tránsito se tope con su “cámara filmadora”, una cajita de cartón bien adornada que despierta la alegría de todos.
Óscar Eduardo Mío Pasco, de 41 años, es un noble payasito que desde hace 15 años desgasta las suelas de sus remendados zapatos, vendiendo dulces por toda la ciudad norteña.
El descanso del semáforo es su aliado y en medio de un fondo musical rumbero “graba” con su cámara a cuanto taxista pasa por su lado.
Hoy es el Día del Trabajo y como todos los de cara pintada, con una sonrisa por fuera y una profunda tristeza por dentro, salió a ganarse los aplausos y las monedas que sirven para comprar el alimento y la medicina que necesita.
“Yo sufrí un derrame hace unos años y no puedo hablar muy bien (se cubre el rostro), no tengo hijos pero sueño tener a mis payasitos y mi compañera payasita. Este cajoncito lo pinte con esmalte, le puse unas tapitas de betún, espejitos, caja de fosforos y me hice mi cámara, me gusta la filmación, no soy periodista, pero la gente me molesta, creo que deberían haber periodistas más alegres dicen”, cuenta.
“Rocotito” tiene ocho hermanos y desde pequeño aprendió a ganarse la vida. Un día le dijeron que tenía talento para hacer reír a la gente y desde entonces no ha dejado de coleccionar sonrisas de gente estresada y apurada por el afán del día.
“Te soy sincero soy muy feliz con lo que hago, no gano mucho, no es fácil, pero aquí me tienes”, indica.
Si lo encuentra por las calles de la calurosa Ciudad de la Amistad, no pierda la oportunidad para dejarse captar por este humilde y sincero hombre, que lucha por un lugar en la memoria del corazón.
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