En la nota, la Santa Sede compartió una reflexión del monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, sobre la patrona del Perú, América y las Filipinas.
Cada 30 de agosto se conmemora el día de Santa Rosa de Lima, patrona del Perú, América y las Filipinas. Con motivo de estas celebraciones, la página web publicó un artículo en el que recuerdan a quien nació con el nombre de Isabel Flores de Oliva.
La nota destaca que la Iglesia celebra cada 23 de agosto la memoria litúrgica de Santa Rosa de Lima, Terciaria Dominica y primera Santa canonizada del Nuevo Mundo. Asimismo, recuerda que el nombre de Rosa se debe a su belleza desde pequeña.
Sobre Santa Rosa de Lima se recuerdan sus mortificaciones y castigos corporales, pero también conversiones y milagros. El Vaticano recuerda que uno de ellos fue la fallida invasión de piratas holandeses en Lima, en 1615.
Asimismo, cuenta que en vida fue examinada por una comisión mixta de religiosos y científicos que interpretaron sus experiencias místicas como verdaderos "dones de gracia". Cuando murió, una gran multitud de personas acudió a su funeral debido a su fama de santidad.
La nota también recuerda que después de su muerte, cuando su cuerpo fue trasladado a la Capilla del Rosario, la Virgen de la estatua ante la cual la Santa había rezado tantas veces, le sonrió por última vez, un hecho que fue considerado como un milagro para la multitud.
"En 1668, Rosa fue beatificada por el Papa Clemente IX y canonizada tres años más tarde. Es la primera Santa canonizada del Nuevo Mundo y es la patrona del Perú, de América, de las Indias y de Filipinas. Es invocada como patrona de los floristas y jardineros, contra las erupciones volcánicas y en caso de heridas o para solucionar conflictos familiares", destacan.
El Vaticano cita al arzobispo de Lima
A propósito de esta fecha especial, la web del Vaticano compartió una reflexión teológica del monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, acerca de la figura mística de Santa Rosa de Lima, religiosa peruana que vivió entre los siglos XVI y XVII. El artículo explica el contexto social, humano y religioso de aquella época, además del tipo de misticismo que vivió.
"Una santa es un don de Dios que emerge mediante la fe y la inspiración espiritual, en medio de circunstancias complejas, es decir, un don enraizado". En ese sentido, Rosa "se dejó interrogar por las circunstancias en medio de las cuales agudiza su vivir en enamoramiento pleno, semejante al artista, al poeta, al músico, al pintor, que expresan su vocación en cada gesto, en cada verso, en cada nota, en cada línea y color", señala la reflexión.
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