Una lista hecha por el Ministerio del Interior ubica a este distrito en Trujillo como el más peligroso del país. Sus vecinos recuerdan la época en que sus calles eran seguras. Ahora piden mayor presencia policial.
Fernando aprovecha el sol de la tarde para sentarse en la plaza de armas de Florencia de Mora, en Trujillo, en una banca, bajo un árbol, donde puede reposar después del almuerzo. A un costado, una mujer aprovecha la sombra y se sienta en el césped mientras su pequeño hijo corre de un lugar a otro. Un grupo de niños juega con la pelota, mientras un señor de avanzada edad alista plásticos y un triciclo estacionado sobre la vereda para poner a la venta sus productos, como hace más de una década.
Esta tranquilidad no se interrumpe ni con el paso de los micros que van hacia la zonas más altas como Los Laureles o Alto Trujillo, ni de las mototaxi con su música cumbia a todo volumen y el reggaeton de moda.
No parece ser el distrito más peligroso del país, en donde operan bandas de sicarios y extorsionadores, donde nació la legendaria banda de los 80, con sus líderes hoy presos en un penal de máxima seguridad. Pero así se vive en Florencia de Mora, en una aparente calma.
La lista que colocó a este distrito trujillano como el más peligroso del Perú fue elaborada esta semana por la Dirección General de Seguridad Ciudadana en base a los indicadores de tasas de homicidios, de victimización y de internos por lugar de residencia. La meta de lapublicación, según el Ministerio del Interior, "permitirá focalizar los barrios que serán intervenidos considerando al menos un barrio por cada distrito".
Inseguridad latente
Fernando asegura que en las décadas del 70' y 80', el distrito era bastante tranquilo. Sin embargo, con el paso de los años se tornó inseguro y en un latente peligro para las familias residentes en la zona y para los visitantes.
Otro vecino lamenta la escasez de policías y asegura que aún con un trabajo efectivo, el trabajo de seguridad no serviría mucho debido a que los delincuentes capturados luego son puestos en libertad.
Patricia, otra de las habitantes, recuerda que hace unos años fue testigo de cómo bandas rivales se enfrentaron a disparos a plena luz del día sin temor a ser capturados. Reconoce que aunque esta sensación de inseguridad ha disminuido, es necesaria y urgente mayor presencia policial.
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