Recintos se convirtieron en una especie de coloridas ferias en donde se ofrecía desde comida, bebida hasta flores y juguetes.
Como una verdadera fiesta celebraron los trujillanos el Día de Todos los Santos, en el cual rindieron honor y recordaron con ofrendas, comida, música y bebida a sus seres queridos que ya no están.
El Cementerio General de Miraflores se convirtió en uno de los recintos más coloridos. En las afueras, parecía una feria por la gran cantidad de comerciantes que ofrecían platos típicos, flores, chicha de jora, globos y juguetes para los más pequeños.
Gran actividad también tuvieron los cientos de niños y jóvenes que ofrecían sus servicios para limpiar las lápidas usando escaleras y otros insumos. La venta de rosas también incrementó, la media docena de rosas era ofrecida a 12 soles; mientras que el ramo iba desde 2.50 hasta los 5 soles.
La visita de los familiares era amenizada por bandas de músicos que, incluso, ofrecieron breves conciertos en donde las personas se amontonaron.
Previamente, especialistas recomendaron a las personas que hoy iban a los cementerios a dejar sus flores en recipientes con arena húmeda y no con agua, con el fin de evitar la reproducción del zancudo del dengue.
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