El primer reto de la OEA, y por ende el de su secretario general, es reincorporar a Honduras al seno del Sistema Interamericano.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, afronta la XL Asamblea General del organismo con tranquilidad pero consciente de que la reunión podría marcar el tono de su segundo mandato, en el que tendrá que consolidar su legado.
El titular de la Organización de Estados Americanos (OEA) recuerda bien su primera Asamblea General en 2005 en Fort Lauderdale (Florida, EE.UU.) porque fue, según dijo a Efe en una entrevista, "agitada".
Entonces, en plena reunión de cancilleres se produjo la renuncia del presidente de Bolivia Carlos Mesa y también se había gestado una crisis en Nicaragua por el enfrentamiento entre el ex presidente Enrique Bolaños y la oposición que requería su plena atención.
Hoy, cinco años después y recién reelegido para liderar por otros cinco años el máximo organismo interamericano, el chileno acude a la primera Asamblea de su segundo mandato con una "situación más tranquila" en el continente americano, a pesar de que esta apreciación puede cambiar en cualquier momento.
Si bien la reunión anual de cancilleres de las Américas se desarrollará probablemente sin sobresaltos ni confrontaciones, el continente no está exento de problemas.
El primer reto de la OEA, y por ende de Insulza, es reincorporar a Honduras al seno del Sistema Interamericano.
Esa tarea se vislumbra complicada ante la división que hay en el continente sobre el futuro de Honduras en el organismo, que celebrará su primera Asamblea sin la participación de este país y sin ninguna intención de llevar en Lima la discusión sobre el levantamiento de la suspensión a las sesiones plenarias.
Pero el organismo no puede permitirse eludir este problema en su reunión anual, porque si lo hiciera le lloverían las críticas.
Por eso, los cancilleres han acordado abordar el futuro de Honduras en el almuerzo o el diálogo privado del lunes, o incluso en ambas oportunidades, según fuentes diplomáticas.
Pero precisamente el hecho de que se haga casi a puerta cerrada revela que no hay, ni por asomo, una postura común acerca del momento apropiado para levantar el castigo a Honduras.
"Como no hay unidad y sí una clarísima división, nadie quiere hablar (en público) de algo que no tiene perspectivas de ser resuelto en esta Asamblea", señalaron otras fuentes diplomáticas.
La postura de Insulza es clara, pues él quería que Honduras ya estuviera de vuelta en el organismo en Lima.
Pero la mayoría de los Estados miembros se opone y exige que antes cumpla su trabajo la Comisión de la Verdad, vuelva al país el ex presidente Manuel Zelaya con todos sus derechos civiles y políticos y normalicen su relación con Honduras los países centroamericanos del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), incluido Nicaragua.
Precisamente Honduras puso de relieve otro desafío que afronta Insulza, el de mejorar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana para prevenir crisis como la ocurrida en ese país.
La OEA ha empezado a hacer suyo el debate sobre la aplicación de la Carta, que fue suscrita en 2001 en Lima y, en este contexto, los cancilleres prevén aprobar en la Asamblea una resolución en la que encomiendan al Consejo Permanente que dialogue sobre la eficacia de la aplicación de este documento y que presente los resultados en 2011, coincidiendo con su décimo aniversario.
Los riesgos para la democracia en América Latina son reales y vienen principalmente de Gobiernos unipersonales y de la falta de separación y balance de poderes, según ha dicho el propio Insulza.
Por ello, la promoción de la democracia y de la gobernabilidad democrática, la defensa de los derechos humanos y la respuesta a los problemas de los ciudadanos en la región también serán pilares fundamentales en los que Insulza debe basar su segundo mandato.
La reconstrucción de Haití, devastado por el tremendo terremoto de enero de este año, será también otro de los grandes retos de la OEA y de Insulza y por ello se prevé aprobar precisamente una resolución de apoyo en este sentido.
Todos estos retos que Insulza afrontará en los próximos cinco años están reflejados en la agenda de esta Asamblea, que se convierte así en un buen punto de partida para que marque el ritmo y el tono de su segundo mandato y empiece a dar forma a su legado.
-EFE
El titular de la Organización de Estados Americanos (OEA) recuerda bien su primera Asamblea General en 2005 en Fort Lauderdale (Florida, EE.UU.) porque fue, según dijo a Efe en una entrevista, "agitada".
Entonces, en plena reunión de cancilleres se produjo la renuncia del presidente de Bolivia Carlos Mesa y también se había gestado una crisis en Nicaragua por el enfrentamiento entre el ex presidente Enrique Bolaños y la oposición que requería su plena atención.
Hoy, cinco años después y recién reelegido para liderar por otros cinco años el máximo organismo interamericano, el chileno acude a la primera Asamblea de su segundo mandato con una "situación más tranquila" en el continente americano, a pesar de que esta apreciación puede cambiar en cualquier momento.
Si bien la reunión anual de cancilleres de las Américas se desarrollará probablemente sin sobresaltos ni confrontaciones, el continente no está exento de problemas.
El primer reto de la OEA, y por ende de Insulza, es reincorporar a Honduras al seno del Sistema Interamericano.
Esa tarea se vislumbra complicada ante la división que hay en el continente sobre el futuro de Honduras en el organismo, que celebrará su primera Asamblea sin la participación de este país y sin ninguna intención de llevar en Lima la discusión sobre el levantamiento de la suspensión a las sesiones plenarias.
Pero el organismo no puede permitirse eludir este problema en su reunión anual, porque si lo hiciera le lloverían las críticas.
Por eso, los cancilleres han acordado abordar el futuro de Honduras en el almuerzo o el diálogo privado del lunes, o incluso en ambas oportunidades, según fuentes diplomáticas.
Pero precisamente el hecho de que se haga casi a puerta cerrada revela que no hay, ni por asomo, una postura común acerca del momento apropiado para levantar el castigo a Honduras.
"Como no hay unidad y sí una clarísima división, nadie quiere hablar (en público) de algo que no tiene perspectivas de ser resuelto en esta Asamblea", señalaron otras fuentes diplomáticas.
La postura de Insulza es clara, pues él quería que Honduras ya estuviera de vuelta en el organismo en Lima.
Pero la mayoría de los Estados miembros se opone y exige que antes cumpla su trabajo la Comisión de la Verdad, vuelva al país el ex presidente Manuel Zelaya con todos sus derechos civiles y políticos y normalicen su relación con Honduras los países centroamericanos del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), incluido Nicaragua.
Precisamente Honduras puso de relieve otro desafío que afronta Insulza, el de mejorar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana para prevenir crisis como la ocurrida en ese país.
La OEA ha empezado a hacer suyo el debate sobre la aplicación de la Carta, que fue suscrita en 2001 en Lima y, en este contexto, los cancilleres prevén aprobar en la Asamblea una resolución en la que encomiendan al Consejo Permanente que dialogue sobre la eficacia de la aplicación de este documento y que presente los resultados en 2011, coincidiendo con su décimo aniversario.
Los riesgos para la democracia en América Latina son reales y vienen principalmente de Gobiernos unipersonales y de la falta de separación y balance de poderes, según ha dicho el propio Insulza.
Por ello, la promoción de la democracia y de la gobernabilidad democrática, la defensa de los derechos humanos y la respuesta a los problemas de los ciudadanos en la región también serán pilares fundamentales en los que Insulza debe basar su segundo mandato.
La reconstrucción de Haití, devastado por el tremendo terremoto de enero de este año, será también otro de los grandes retos de la OEA y de Insulza y por ello se prevé aprobar precisamente una resolución de apoyo en este sentido.
Todos estos retos que Insulza afrontará en los próximos cinco años están reflejados en la agenda de esta Asamblea, que se convierte así en un buen punto de partida para que marque el ritmo y el tono de su segundo mandato y empiece a dar forma a su legado.
-EFE
Comparte esta noticia