Columna | "Que cada uno responda por sus actos"

Mientras los congresistas peruanos iniciaban una estéril sesión de doce horas, la justicia brasileña procedía a detener al hasta hace poco presidente Michel Temer. Se atribuye al exmandatario, de 78 años de edad, la dirección de una “organización criminal” que ha desviado no menos de 500 millones de dólares. La detención del veterano padrino de la política brasileña ha sido posible gracias a la delación de un dirigente de su pequeño partido de centro derecha, el Movimiento Democrático Brasileño, especializado en aportar votos para asegurar mayorías en un parlamento sumamente fragmentado.

En total, la justicia brasileña ha impuesto 2,242 años de cárcel a 150 dirigentes políticos, sin que hayan acabado las investigaciones sobre un sistema organizado en torno a la corrupción. Además de Temer, se halla detenido por cargos que también forman parte del caso Lava Jato el expresidente de izquierda Lula da Silva, al que se acusa de haber perfeccionado un sistema que lo precedió. Ante esta realidad, salen reforzados el presidente Jair Bolsonaro y su ministro de Justicia, el ex juez Sergio Moro. El primero se ha limitado a declarar: “Que cada uno responda por sus actos. La justicia debe ser la misma para todos”.

De Brasil a Perú

¿Podremos algún día llegar a decir lo mismo en el Perú? Si lo logramos, tendremos la oportunidad histórica de comenzar una época nueva, en la que no prevalezca la impunidad. Es decir, contar con una institucionalidad que sancione a los que se apropian de dinero del Estado, haciendo imposible la realización de obras públicas y el aumento del salario de maestros, médicos, policías y funcionarios.

Desdichadamente, el Pleno iniciado este jueves no alienta la esperanza. ¡Muchas pasiones inútiles, demasiados argumentos dirigidos contra personas y poco espíritu de consenso para diseñar soluciones ante un problema que lo amenaza todo! Como durante la Guerra del Pacífico, nos dividimos ante el enemigo común. Y muchos intentan convertirse en jefezuelos de cruzadas falaces y aprovechar para destruir a sus enemigos políticos.

El caso más característico es el de la congresista Yeni Vilcatoma. Su última ocurrencia es solicitar la detención preventiva de Marcelo Odebrecht, Jorge Barata y varias decenas de ejecutivos brasileños que ya están en las manos de la Justicia de su país, de la que debería buscar inspirarse en vez de adoptar posturas efectistas y proclamar anuncios altisonantes. Ella tiene por lo menos el mérito de ir hasta el fondo de sus intenciones: la vacancia del presidente Martín Vizcarra.

Más allá de argucias jurídicas y descalificaciones exaltadas a fiscales y procuradores, la pregunta que debemos hacernos es si la inconclusa sesión de ayer ha contribuido en algo a facilitar el camino de la Justicia. Los congresistas tienen hoy una nueva oportunidad, puesto que Daniel Salaverry optó por suspender la sesión. Algunos congresistas discurrieron con aires de grandes matemáticos para sostener que el monto de la reparación es insuficiente, pero nunca dijeron ni una palabra sobre los cientos de millones de dólares adeudados al Estado por la corrupción durante el fujimorismo de los años noventa.

Otros revisaron hojas de vida para descubrir a la hora undécima que los que negociaron el Acuerdo con Odebrecht deben ser descalificados, pero con frecuencia son los mismos que guardan silencio sobre el objetivo principal del Acuerdo: conocer la verdad. Si no se hubiera postergado el calendario inicialmente fijado, Jorge Barata ya hubiera respondido a los cientos de preguntas que han preparado los fiscales. Esperemos que el largo debate no sea un ejercicio de simulación para evitar que algún día podamos decir como en Brasil: la Justicia debe ser la misma para todos.

Las cosas como son