La fuerza persuasiva de la carta del presidente del BCR es tanto más intensa que no usa adjetivos y evita toda forma de hostilidad y juicio a personas. La carta es la más clara ilustración de lo que diferencia a un funcionario con visión de Estado de un político animado por el populismo y la estrechez de miras.
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La carta que el presidente del Banco Central de Reserva ha enviado ayer al titular de la Comisión de defensa del consumidor puede ser considerada la más clara ilustración de lo que diferencia a un funcionario con visión de Estado de un político animado por el populismo y la estrechez de miras. Julio Velarde responde en ella a una invitación recibida ayer mismo para que se presente hoy ante la Comisión presidida por José Luna Morales de Podemos. El ex profesor de la Universidad del Pacífico ofrece en cinco páginas a Luna, y a través de él, a todos los populistas del congreso una verdadera lección magistral de Economía y Finanzas aplicada a tiempos de pandemia. Velarde comienza destacando que pese a la gravedad de la crisis, comparable a la de 1929, “no se observan caídas de bancos o contracciones de crédito debido a las oportunas y decididas acciones de los bancos centrales”.
Pero sostiene que la propuesta de congelamiento de obligaciones bancarias y comerciales perjudicaría la reanudación de las actividades económicas, la solvencia de las instituciones financieras y pondría en riesgo el capital de los ahorristas, el progreso digital y la reducción de la brecha financiera. En suma, Velarde parece sugerir que una medida de corto plazo, so pretexto de aliviar la economía de los más vulnerables, podría resultar tan negativa como la pandemia misma. La fuerza persuasiva de la carta del BCR es tanto más intensa que no usa adjetivos y evita toda forma de hostilidad y juicio a personas. Debemos celebrar que haya en el Estado peruano funcionarios capaces de encarnar la racionalidad serena y una visión informada de largo plazo, para evitar caer en la confusión política generada por intereses particulares y acomodos en relación a las elecciones del próximo año.
Algo parecido podemos decir de un fallo reciente de los Jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos. Pese a su mayoría conservadora y a priori favorable al presidente Donald Trump los nueve magistrados se han mostrado capaces de adoptar una sentencia ajustada al derecho, aunque no corresponda a sus propios sentimientos e inclinaciones: la prohibición de despedir trabajadores por causa de su orientación sexual. Los jueces han considerado que la garantía federal de igualdad para homosexuales y personas trans no estaba incluida en la ley de derechos civiles firmada por el presidente Lyndon Johnson en 1964, pero su espíritu era la proscripción de toda forma de discriminación. El fallo es una derrota para Donald Trump que sostenía que la ley solo prohibía la discriminación de una persona por ser hombre o mujer. Tiene lugar poco después de que Trump anunciara que retirará protecciones en los seguros a personas trans género. El tema se ha vuelto parte del debate político y la Corte Suprema, de mayoría conservadora, ha marcado una línea histórica. Quizás por eso se dice de los jueces supremos, que son nombrados a título vitalicio, que “no se equivocan nunca y mueren rara vez”.
Y porque hemos hablado de funcionarios rectos y visiones de largo plazo, conviene terminar destacando el fallecimiento de un patriota nicaragüense que jugó un rol decisivo en la caída de la dictadura de Somoza en 1979 pero que, ya en el poder, fue el primero en denunciar la traición y el autoritarismo de la revolución sandinista que ha llevado a la dictadura caricatural que gobierna actualmente Nicaragua. Edén Pastora, más conocido como Comandante Cero, era un líder legendario cuando rompió con el gobierno de Daniel Ortega que él había contribuido a formar antes de pasar a combatirlo a través de una insurgencia armada apoyada por Estados Unidos. Su muerte a los 83 años, se ve también envuelta en la polémica, porque su familia afirma que murió de coronavirus, pero el gobierno de Ortega minimiza y niega la dura realidad de esa enfermedad, y atribuye su muerte a un paro cardiaco.
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