Regidor por el Apra, congresista por Fuerza Popular y ahora precandidato presidencial por Somos Perú. El empresario trujillano Daniel Salaverry, expresidente del Congreso hasta julio de 2019, ha dado señales de uno de los pilares de su campaña: formalizar a los emprendedores.
En el 2019, después de no ser reelegido como presidente del Congreso, el nombre de Daniel Salaverry apareció pintado en azul, en un muro de la carretera Panamericana Sur. La inscripción, que colindaba con un centro comercial de Villa El Salvador, era directa: "Salaverry presidente". El trujillano finalizaba su gestión en la Mesa Directiva con 28%, de acuerdo a una encuesta de Ipsos. Una aprobación superior a la alcanzada por sus antecesores, Luis Galarreta (12%) y Luz Salgado (25%), antiguos compañeros de bancada en Fuerza Popular.
En cinco años de militancia en el partido naranja, Salaverry había sido candidato a la alcaldía de Trujillo en el 2014, congresista electo por la región La Libertad en el 2016, vocero alterno durante la legislatura de Luz Salgado entre el 2016 y 2017, vocero del partido en la gestión de Luis Galarreta entre el 2017 y 2018, y finalmente presidente del Congreso con 69 votos a favor desde julio de 2018. Un crecimiento veloz que consolidaba la carrera política de alguien que asomaba como un nuevo cuadro del partido.
En enero de 2019, Daniel Salaverry presentó su renuncia irrevocable a Fuerza Popular alegando “profundas discrepancias entre quienes entendemos la política como un medio para servir al país y quienes anteponen intereses subalternos”. El distanciamiento no fue tibio. A lo largo de los meses, Salaverry —quien llegó al partido por intermedio de Joaquín Ramírez, exsecretario del partido— se convirtió en un adversario capaz de ventilar diversos asuntos y pactos de la agrupación. Afirmó que cuando alcanzó la Presidencia del Congreso, Keiko Fujimori le dijo que se preparara para adelantar elecciones, deslizando una posible vacancia al presidente Martín Vizcarra.
El 25 de setiembre Salaverry, de 48 años, se inscribió como militante del Partido Democrático Somos Perú, una agrupación fundada hace 23 años por el exalcalde de Lima Alberto Andrade, y de esta manera quedó apto para postular a las elecciones internas como precandidato presidencial. El acuerdo lo hizo bajo el paraguas de su movimiento Perú Firme. Ya el año pasado, Salaverry había dejado constancia de sus aspiraciones en una brevísima militancia en Restauración Nacional, el partido de la espiga, entre junio y octubre de 2019.
De cuna aprista por la filiación de sus padres y abuelos, Salaverry fue un miembro activo del Partido Aprista Peruano durante su juventud. Tan es así que fue el APRA el que lo condujo a su primer cargo público: regidor provincial en el 2006. En los siguientes comicios, el Partido de la Estrella depositó sus esperanzas en él para recuperar el histórico bastión aprista en La Libertad que habían perdido a manos de César Acuña y Alianza para el Progreso, y lo postuló a la alcaldía provincial de Trujillo en el 2010. Pero Acuña volvió a imponerse.
Sobre sus distintas ‘camisetas’ políticas, el analista José Carlos Requena opina que es una recurrencia en una política desinstitucionalizada como la peruana. “Quizá sea un escollo para los actores políticos que puedan verlo con desconfianza, pero para la opinión pública puede ser más bien un asunto secundario en la medida que atienda sus demandas”, dice.
“Quiero trabajar por los emprendedores. El emprendedor informal no es un delincuente. Hay que generar condiciones para que sea atractiva la formalización”, respondió el arquitecto trujillano en una reciente entrevista cuando le preguntaron por qué deseaba ser presidente. Es más, hizo referencia a Alberto Andrade, el fundador de su nuevo partido: “a diferencia de otros alcaldes, no maltrató a los comerciantes ambulantes. Los reubicó, pero les dio la oportunidad de que puedan seguir ejerciendo su trabajo”.
Salaverry, quien ideológicamente se define como un pragmático, afronta una denuncia constitucional por presuntamente haber presentado información falsa para sustentar sus gastos de representación cuando era parlamentario. No ha sido la única acusación en la que se ha visto envuelto. DSV Constructores, la empresa de construcción y proyectos de arquitectura que fundó con su padre, Francisco Salaverry, en el 2004 y que lleva las iniciales de su nombre (David Salaverry Villa), acumuló una deuda con el Estado que rondó el millón de soles por no pagar impuestos. En febrero de 2016 Salaverry dejó de ser el apoderado legal, y en julio de 2018 la empresa fue liquidada por la Sunat.
El precandidato presidencial de Somos Perú dice haber sufrido muchas decepciones a nivel político, y que aguarda que este acuerdo sea de larga duración. Daniel Salaverry tendrá el reto de poner en vitrina otra vez a un partido que nunca ha presidido el país.
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