El presidente criticó severamente los obstáculos a las reformas y a la lucha contra la corrupción. Tras esto, acompañado por sus ministros y los gobernadores regionales en Palacio de Gobierno, anunció la presentación de una cuestión de confianza.
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El constitucionalista Aníbal Quiroga consideró el martes que el desempeño de la mayoría apro-fujimorista ante el caso Pedro Chávarry fue tan desafortunado como lo sería el de una defensa que en el curso de un partido de fútbol dejara la pelota en su propia línea de gol. Martín Vizcarra no vaciló ayer en patear la pelota hasta el fondo de las redes adversarias. Solo falta saber si ese gol le bastará para ganar el partido.
Si un hombre de leyes riguroso e independiente como Aníbal Quiroga recurre a esa cruel metáfora deportiva, nosotros debemos preguntarnos porqué el espíritu de confrontación nos ha hecho dar un paso más hacia lo desconocido. El presidente Martín Vizcarra ha considerado necesario someter su Política de Reformas a una cuestión de confianza ante el Congreeso.
Martín Vizcarra afirmó que su planteamiento respeta el marco democrático pero también al compromiso adoptado ante el pueblo peruano desde su entrada en funciones, hace catorce meses. Para él se trata de una política de Estado que aspira a fortalecer nuestras instituciones y a garantizar el éxito de la lucha contra la corrupción. Por eso reiteró que perseguirá esos dos objetivos “hasta las últimas consecuencias”.
Actitud retomada
El presidente no se privó de hacer referencia al “descarado blindaje” brindado al ex Fiscal de la Nación Pedro Chávarry eximido de una investigación judicial por la Comisión Permanente. Vizcarra hizo referencia al entretanto célebre chat “La Botica”, en el que Rosa Bartra habla de la defensa de Chávarry como un asunto de “supervivencia”. Además, criticó que la propuesta de bicameralidad fuera objeto de una maniobra “oculta y tramposa” para desnaturalizarla.
Afirmó, también, asumir la indignación popular y rindió homenaje a la contribución de la prensa para evidenciar la realidad de nuestras instituciones y la amenaza que representan redes corruptas que actúan dentro y fuera del Estado. En suma, el presidente retomó la actitud audaz y reformista que lo volvió súbitamente popular, ante el descrédito de la clase política y en particular del Congreso. El discurso a la Nación le tomó solo once minutos y lo pronunció rodeado por los ministros de Estado y los 25 gobernadores regionales.
Las reacciones
Cuando la actual fase de confrontación haya sido superada, sabremos si Martín Vizcarra fue capaz de tener éxito ahí donde Pedro Pablo Kuzcynski fracasó: sin partido, sin apoyo parlamentario sólido, sin ideario ni hoja de ruta, sin coyuntura internacional favorable, dejar como legado cambios institucionales de fondo. Mientras tanto se le seguirá reprochando que gobierna en función de las encuestas y que son magros los resultados en materia de economía y seguridad ciudadana.
En espera de que se programe la sesión plenaria que discutirá la cuestión de confianza observaremos con atención cómo se alinean las diferentes fuerzas políticas ante el nuevo desafío. Desde ya, las izquierdas relanzan su mantra de la Asamblea Constituyente, mientras que Jorge del Castillo se dice dispuesto a votar los cinco puntos en los que el presidente Vizcarra ve la concreción de su Reforma política. Solo García Belaunde ha creído ver una maniobra pre-golpista.
Parlamento disuelto en Israel
Entretanto podemos tomar ejemplo del caso de Israel, vigorosa democracia parlamentaria con Cámara única. A la medianoche de ayer venció el plazo constitucional para formar una coalición gobernante a partir de los resultados electorales de abril. El primer ministro saliente no pudo lograr un acuerdo por la intolerancia de partidos ultra-religiosos cuyos miembros se niegan a hacer servicio militar.
El conservador Benjamín Netanyahu prefirió disolver el Congreso antes de que el líder centrista y ex jefe del Ejército, Reuven Rivlin recibiese el encargo de formar gobierno. Los israelíes tendrán que regresar a las urnas pocos meses de haber votado inútilmente.
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