En medio de todas las divisiones y la desconfianza que sufren nuestras instituciones, hay una que parece ubicarse por encima de los fanatismos y apegada al imperio de la ley: el Tribunal Constitucional.
En medio de todas las divisiones y la desconfianza que sufren nuestras instituciones, hay una que parece ubicarse por encima de los fanatismos y apegada al imperio de la ley: el Tribunal Constitucional. Creado por la constitución de 1993 e integrado por siete juristas escogidos por el Congreso, el actual TC ha venido actuando como garante del espíritu y la letra de nuestra Carta Magna. El día de ayer decidió por unanimidad que la modificación del reglamento del voto de confianza “ha excedido las facultades que la Constitución da al Congreso”.
En cuanto la sentencia sea publicada, ese cambio quedará sin efecto y se volverá a la práctica que tuvo vigencia hasta el voto que el 2017 hizo caer al Gabinete de Fernando Zavala. El Tribunal Constitucional ha considerado que la modificación altera el equilibrio de poderes que debe existir entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. En claro, si se produjese nuevamente un voto contra la confianza de un gabinete ministerial, el Presidente de la República podría disolver el Congreso.
Esta resolución jurisprudencial ha llevado a una decisión política. La bancada oficialista ha concluido que desapareció la objeción a la creación de un congreso bicameral y que en consecuencia ya no tiene vigencia el argumento usado para pedir el NO a la cuarta pregunta que será sometida a referendo el próximo 9 de diciembre.
El Congreso y Chávarry
Falta saber si la introducción de la bicameralidad permitiría que los actuales congresistas puedan ser candidatos al futuro Senado. En cualquier caso, lo seguro es que el Tribunal Constitucional ha anulado en los últimos meses tres leyes impulsadas por la mayoría apro-fujimorista: La ley anti-transfuguismo, la llamada ley Mulder y ahora la cuestión de la confianza. Queda pendiente la controvertida ley de pensiones militares.
Lo que sigue siendo un punto de discordia es el funcionamiento de la Subcomisión de Acusaciones constitucionales, que debe discutir, entre otras denuncias, las formuladas contra el Fiscal Pedro Chávarry. El presidente César Segura ha afirmado que no modificará su agenda y que en consecuencia no se programará el tema durante las próximas cuatro semanas, es decir justo el tiempo necesario para llegar al receso parlamentario del verano. De nada sirvió la exhortación formulada por el presidente del Congreso Daniel Salaverry, ni los reiterados pronunciamientos del Presidente de la República.
Elecciones en EE.UU.
Estados Unidos registró ayer una participación excepcionalmente alta en las elecciones de medio mandato. Se hallaban en disputa los 435 escaños de la Cámara de Representantes, así como 35 Senadores y 36 gobernadores de los Estados federales. Sin embargo, las elecciones fueron también un test de la aprobación al presidente Donald Trump, dos años después de su entrada en funciones. El opositor Partido Demócrata ha progresado a nivel nacional, aunque carece de una agenda movilizadora y de un líder capaz de reunir sus diferentes corrientes.
De hecho, ha conquistado la mayoría en la Cámara de Representantes, pese a los buenos indicadores de la Economía, que en julio próximo completará el ciclo de expansión económica más largo de su historia. La tasa de desempleo es la más baja de los últimos cincuenta años. Pero quizás la tendencia más importante es el aumento creciente de mujeres elegidas las Cámaras y en las gobernaciones.
Dos de las elegidas, por primera vez en la historia, son de confesión musulmana. Podrán juramentar con el Corán que perteneció a Thomas Jefferson, padre de la Constitución. A veces, hay cambios sociales que son más significativos que las cifras económicas y las diferencias políticas. Entre ellos, el más importante es la representación política de las mujeres, que al fin y al cabo, constituyen más de la mitad de la población.
Las cosas como son
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