Desde luego que tenemos que prestar atención a las confesiones de Jaime Villanueva, pero a fuerza de buscar entender los detalles de la intriga, uno corre el riesgo de olvidar lo que deben ser las prioridades de la política.
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Cada día parece más claro que entre los errores cometidos por Patricia Benavides, destaca en buen lugar el nombramiento como asesor de Jaime Villanueva. El hoy aspirante a colaborador eficaz había sido expulsado de la Fiscalía por decisión de Pablo Sánchez, que le reprochó una conducta impropia en relación a las investigaciones del caso Lavo Jato. De manera que cuando la flamante Fiscal de la Nación decide reincorporarlo a poco de ser nombrada, debía conocer los malos antecedentes de quien desplegó esfuerzos para establecer una red de relaciones al servicio del creciente poder de su jefa. Pues hoy, las habilidades de Villanueva para la intriga parecen volverse contra Patricia Benavides y una larga serie de personajes con los que se relacionaba sobre la base de identificar sus debilidades y necesidades judiciales. En los documentos que plasman sus declaraciones como testigo, desfilan el presidente del Congreso, allegados al prófugo Vladimir Cerrón, jueces, fiscales, políticos, dirigentes de partidos y periodistas. Villanueva se convirtió en el hombre capaz de ofrecer favores, sobre todo si se trataba de promesas de impunidad. Habrá que esperar que se confirmen sus confesiones, pero desde ya tenemos un sombrío retrato de cómo funcionaba la Fiscalía bajo Patricia Benavides. Y podemos comprender por qué las encuestas de opinión evidencian una desconfianza creciente en las instituciones del Estado. Igualmente grave es la pérdida de norte en el debate público. Desde luego que tenemos que prestar atención a las confesiones de Villanueva. Pero a fuerza de buscar entender los detalles de la intriga, uno corre el riesgo de olvidar lo que deben ser las prioridades de la política: luchar contra la pobreza, mejorar los servicios públicos, garantizar la seguridad ciudadana, perfeccionar nuestra amenazada democracia.
Las cosas como son
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