Un informe elaborado por investigadores de la Universidad de Sheffield y Delft revela datos de esta discreta industria.
Pocos son los estudios que dan cuenta del sexo entre humanos y robots. Hoy en día este tema deja de ser un tabú luego de que este miércoles se publicara el documento titulado Nuestro futuro sexual con los robots, elaborado para el Centro de Ciencia y Medios de Comunicación de Londres.
“Se trata aún de un tema muy nuevo y definitivamente necesitamos ciencia sobre el tema”, dijo Noel Sharkey, profesor emérito de robótica e inteligencia artificial de la Universidad de Sheffield, quien junto a Aimee van Wynsberghe, profesora de ética y tecnología de la universidad de Delft (Holanda), realizan la investigación, según informa el diario El País.
Un tema tabú. El trabajo realiza entrevistas a trabajadores sexuales, periodistas y a responsables de la creación de estos robots destinados para cumplir fantasías sexuales.
El informe analiza los cuatro modelos de robots sexuales que se comercializan y cuyos precios oscilan entre los 5 y 15 mil dólares. Algunas encuestas realizadas en Estados Unidos, Alemania, Holanda y Reino Unido indican que el 9% y el 75% de las personas consultadas estarían dispuestas a tener sexo con robots. Incluso en una de ellas, un 86% afirmó que los robots podrían satisfacer los deseos sexuales.
Problemas para el futuro. Una de las dificultades que los autores del estudio encontraron es que las muñecas reforzarían el concepto de que la mujer es un objeto. “Claramente estos productos tienden a hacer de las mujeres un objeto, llevan a la idea de que sus cuerpos son un producto, aunque no lo hacen más que la inmensa industria del porno”, reflexiona Sharkey.
Además, la elaboración de estas muñecas pone en jaque algunas nociones éticas. La empresa Trottla, fundada por Shin Takagi, un "pedófilo confeso" fabrica muñecas sexuales de niñas. En una entrevista hecho por The Atlantic dijo estar "ayudando a la gente a expresar sus deseos de forma legal y ética. No merece la pena vivir si tienes que vivir con el deseo reprimido”.
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