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AFHS: Fernanda y Joel deciden vivir juntos en la casa de los Maldini

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Francesca conmina a sus nietos a no tirar su juventud a la basura y los reta a ser más responsables de lo contrario será capaz de desheredarlos.

Don Alejo se ríe de Bruno a quien Francesca le ordenó que lo saque de la casa. El padre de Charo se niega a salir y entonces Francesca llama a Hiro quien saca a Alejo usando una llave de judo.

Miguel Ignacio sigue conversando con Gladys mientras degusta un juane. “Tiene el mismo justo que los del hotel”, dice. “Es que yo hago los del hotel”, le cuenta. Suena su celular y es Isabella. “Gordito, ¿se puede saber dónde estás?”, pregunta. “Estaba comprando unos regalos para los chicos de la oficina”, miente. “Ay gordito, tú siempre tan lindo pero no te olvides de comprar regalitos para my mother, Nicolás y para my pinky friend”, sugiere Isabella. Miguel Ignacio corta la llamada porque dice haber encontrado un regalito más que quiere comprar. Luego se despide de Gladys y se va. “Adiós Nachito”, dice una triste Gladys.

Nicolás está preocupado por lo que acaba de pasar y Bruno le dice que su fracaso matrimonial se debe a que tanto él como Grace pertenecen a mundos diferentes. “Nono, no estoy para escuchar ese tipo de sermones”, dice Nicolás y se va a su cuarto. Luego aparecen Joel y Fernanda y desde lo alto hacen un anuncio. “¡Joel y yo vamos vivir juntos!”, dice Fernanda provocándole a su nona una gran impresión que la deja sin aire.

Alejo les dice a Charo y Grace que ha puesto en su sitio a Nicolás pero su nieta se altera y le prohíbe que le diga una sola palabra a su esposo. Charo le dice lo mismo. Alejo se siente desilusionado y don Gilberto, que está en esa ambiente, se siente mal porque siente que debió ser él quien debió sacar cara por su nieta.

Fernanda le anuncia a su nona que a partir de este momento Joel vivirá en la casa. “Y no estoy pidiendo permiso, te lo estoy diciendo. Con permiso”, dice. “¡Qué he hecho para merecer esto!”, dice Francesca.

Lucho sigue tomando una serie de decisiones entre las que está entregarle boletas de pago a los wachimanes. “Todos le sacan provecho a Lucho menos yo. ¿Qué le pido? Un momento, tengo estos vales de consumo que Miguel Ignacio dejó. Es momento de utilizarlos”, dice Lucifer. Entonces le dice a Lucho que hay que utilizar los vales. Lucho le pide que forme un grupo de secretarias y wachimanes para llevarlos a un almuerzo evaluación. “Pero sepáreme dos porque debo invitar a invitar a dos de mis asesores”, le dice. Lucho llama a Pepe y Tito y los invita a almorzar.

Miguel Ignacio regresa al hotel y se encuentra con Isabella. “¿Y los regalos?”, le pregunta al verlo con las manos vacías. “¡Qué tonto! Los dejé en el taxi. Tendré que regresar a Lima con las manos vacías”, responde Nachito. “¿Fuiste a ver a la charapa, no?”, pregunta Isabella muy seria. “Yo sería incapaz de mentirte, dejé los regalos en el mototaxi… Está bien, fui a ver a mi hijo", responde. Isabella toma una actitud conciliadora y más bien le pregunta si llevará Otto a Lima. "Para qué, si este lugar es precioso, es mejor que crezca acá, además aquí vive con su madre", le comenta.

Shirley conversa con Reyna. “Debes cambiar de actitud. Tú nos dijiste cómo se podía recuperar a un hombre. ¿Te acuerdas cómo conquistaste a mi papá?”, le sugiere. “Puedes hacerle una sopa seca y bien vestida, bien regia, y le llevas la comida a la oficina”, añade. Reyna se entusiasma.

Luciana decide quedarse una semana en casa de su padre pero dice que debe comprar ropa. Viviana se ofrece a acompañarla. Pero antes decide llamar a sus padres para anunciarles que se casó con Raúl. Los padres de Viviana reaccionan de mala manera ante la noticia. Pero Raúl y Viviana deciden pasar por alto el impase y deciden seguir adelante. Luego salen de la casa y ven que enfrente está Charo barriendo la vereda. Viviana decide aproximarse mientras Raúl trata de contenerla. "Hola Charo, tus planes de separarnos no funcionó, nos casamos", le dice Viviana y le muestra su anillo de bodas

“No debió ir a esa casa, mamá. Nicolás debe estar pensando que yo lo mandé. Primero intentaron quemarle la casa con kerosene y después mi vuelo le quiere pegar a Nicolás. Me saca de quicio mi abuelo”, le dice Grace a Charo.

Pepe y Tito se visten para ir a almorzar con Lucho. “Creo que hoy conoceré a la chica de mis sueños”, dice Tito y salen de la casa. En la terraza de enfrente están Viviana y Luciana hablando acerca del tipo de chico que le gustaría. La hija de Raúl menciona que tendría que ser un tipo latino pero en eso ve a Tito y no le despega la vista.

Monserrat va en busca de Fernanda y también de Nicolás y les dice que doña Francesca quiere hablar con ellos.

Don Gilberto busca a Grace para pedirle perdón por no haber sacado cara por ella. “Si quieres hacer algo por mí abrázame y dime que me quieres. Y felizmente no hiciste lo que hizo mi abuelo Alejo sino estaría molesta contigo también”, le dice. Gilberto se queda solo y llega Alejo a quien le pide que no le quite el amor de su nieta Grace.

“Nonita, qué quieres hablar, que sea rápido porque en una hora debo estar en…”, dice Nicolás. “¡Qué están haciendo con sus vidas! Todo el tiempo estás con esa Rubí y tú Fernanda has traído a Joel a vivir en la casa. Qué quieren hacer, ¿volverme loca? Recapaciten, no pueden tirar a la basura su juventud”, les dice Francesca. Fernanda les dice a su nona que si sale de la casa, Joel saldrá detrás de ella. Y Nicolás le dice que luego de Nelly Francesca lo mejor que le ha pasado es Rubí y que no la piensa dejar ir. “Si persisten en sus propósito, porque veo que ya tomaron su decisión, me veré obligada a desheredarlos”, les dice Francesca dejando asombrados a sus nietos a quienes llama egoístas y dignos hijos de sus padres. “¡No puedes desheredarnos! ¿A quién le vas a dejar tu plata? ¿A las hermanitas de la caridad?”, le dice Nicolás. “Es mi plata y puedo hacer con ella lo que quiera. No le voy a dejar mi dinero a un inmaduro que solo piensa en olas y en mujeres”, responde Francesca. “Está bien, no tenemos nada más de qué hablar”, dice Nicolás y abandona la habitación. Y lo que hace luego es ir en busca de Rubí.

Reyna llega a la constructora vestida provocativamente en busca de Lucho. “¿Qué haces aquí?”, pregunta Lucho. “Como sé que no te gusta comer en la cafetería, te traje tu plato favorito: sopa seca”, dice Reyna sonriente. “No te pedí que me trajeras nada. Además tengo un almuerzo de confraternidad”, responde Lucho. En eso llegan Pepe y Tito a los que se suma Lucifer y todos se van dejando sola a Reyna con su vasija de sopa seca entre las manos. Regresa a su casa derrotada. “Ya no le intereso a tu padre”, le dice a su hija. “Tenía un almuerzo de trabajo y ni siquiera tuvo la cortesía de invitarme”, añade. “Es que era un almuerzo de trabajo, mamá”, le dice Shirley. “¡Pero estaban invitados los pezuñentos!”, exclama Reyna.

Isabella habla con la administradora del hotel para agradecerle todas las atenciones que han recibido durante su estadía. “En especial esa joven que se llama Gladys. ¿Sabes dónde vive?”, pregunta. Luego se dirige a la casa de la madre de Otto y Gladys abre la puerta. “Contigo quería hablar”, le dice Isabella.

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