AFHS: Los González creen muerto a don Alejo y se preparan a velarlo

Los González temen que don Alejo no llegue al día siguiente ya que no deja de toser. Se ponen de acuerdo para adelantar las cosas. Le toman fotos, una de las cuales será destinada a la galería de difuntos que tienen en la sala, Félix le pide su nombre completo y fecha de nacimiento para hacer su cripta, y compran muchas flores para el futuro velorio. Don Alejo sospecha algo pero no dice nada.

Bruno le pide asilo a Francesca pero otra vez no puede con su genio e insulta a Carlos llamándolo mantenido y gigoló de quinta. Como no podía ser de otra manera, Francesca lo echa a la calle junto con su flamante esposa Zuzú.

Joel va en busca de Fernanda para reclamarle por lo que le hizo a su relación con Cayetana. “Pero ahora estás libre y podemos darnos un segunda oportunidad”, le dice Fernanda. Joel no quiere saber nada de ella porque dice que cuando sucedió lo de las bataclanas ella le cerró la puerta de su cuarto en la cara y no lo dejó hablar. Finalmente se va molesto.

Fernanda va al cuarto de sus padres y los encuentra disfrazados de maestra y alumno por una fantasía que Miguel Ignacio quería realizar. “¡Vengo a decirles que voy a luchar por el amor de Joel!”, les dice tras lo cual se va. “¡Oíste!”, exclama Isabella. “Sí y ya se me quitaron las ganas”, responde Miguel Ignacio.

Raúl sueña con la escena en la que besa a su maestra. Lo que no sabe es que Rebeca está de pie junto al sofá en el que duerme. “¿Está soñando conmigo alumno Del Prado?”, le pregunta al sobresaltado Raúl.

Teresa va despertar a don Alejo pero cuando lo toca está totalmente frío. “Acógelo en tu seno Señor”, pide. Llega don Gil y hasta le pone un espejo delante de la nariz y como el cristal no se empaña asume que el padre de Charo pasó a mejor vida. “¿Y ahora quién se lo dice a Charo?", se preguntan

Joel conduce su mototaxi y de pronto detrás de él sale Fernanda. “Vamos a pasear, vamos al malecón”, le pide. Joel le ordena que se baje pero ella le dice que la lleve a una farmacia. Y dan vueltas por mucho rato pero Fernanda “no encuentra” la pastilla que está buscando para su dolor de cabeza, pretexto que usa para estar al lado de Joel en su afán de reconquistarlo. Pero Joel no da señas de querer una reconciliación con ella.

Miguel Ignacio sale de su cuarto y pretende ir a hacer ejercicio y cuando baja y en la sala se encuentra con Charo. “¿Cómo pudiste hacerle eso a nuestros hijos?”, le reclama. Él niega las cosas pero finalmente le pregunta: “¿Tú crees que Fernanda y Joel iban a ser felices? Si eso volviera a ocurrir lo volvería a hacer”, le dice. Aparece Isabella. “¡¿Qué hace esta mujer acá?!”, grita. Y después le dice que está acusando a su marido. Charo le cuenta lo que hizo Miguel Ignacio. “¿Y?”, responde Isabella. “Olvidaba que son tal para cual”, comenta Charo. “Mira mujercita poca cosa, ¡Fuera de mi casa!”, grita Isabella. Aparece Grace y baja a defender a su madre. “Mira culebrita andina, esta no es tu casa”, le dice Isabella. “Tampoco es de usted, esta casa es de la señora Francesca y por ella es que estoy aquí. Vámonos mamá, no pienso desayunar con esta gente”, le dice a su madre Charo.

Rubí y Nicolás se encuentran en el aeropuerto de Iquitos. Él le dice que le fue muy bien en su viaje de inspección pero ella le cuenta le fue mal porque al empresario que la contrató no le gustaron sus temas ya que quería temas del género tropical y a ella le gusta el pop. “La verdad es que a mí tampoco me gusta lo tropical”, le confiesa Nicolás. Y entonces Rubí le hace escuchar uno de sus temas. Luego intercambian datos para lo que pueda suceder más adelante. "A lo mejor alguna vez necesitamos una cantante en la constructora", argumenta.

Bruno y Zuzú despiertan en la banca del parque que está frente a la casa de los Maldini. Están muertos de hambre y frío. Aparece el wachimán Félix. “Para que vean que soy muy generoso los voy a llevar a tomar desayuno al mejor lugar de Lima”, les propone. Bruno y Zuzú lo siguen entusiasmados. Llegan a un puesto ambulante de comida. “¡Tía Veneno, tres caldos de gallina bien servidos!”, pide Félix. “¡¿Tía Veneno?!”, exclaman al unísono Bruno y Zuzú.

Los González, menos Charo, están delante de la cama donde reposa don Alejo. No saben dónde lo van a velar. “Acá no, ah, después se va a quedar su alma arrastrando las cadenas”, explica Reyna. Luego proponen que el velatorio sea en la iglesia del padre Manuel.

Viviana le dice a Raúl que hará el desayuno pero él le dice que su madre ya lo está haciendo. “Mírame a los ojos. ¿Te sigue gustando mi mamá?”, le pregunta. Sigue la discusión y Raúl le dice que quien le gusta es ella. “Es que estoy algo insegurita”, le dice. Raúl la besa una y otra vez. “Ya no estoy insegurita”, le dice a Raúl.

Los González han puesto el cuerpo de don Alejo en el sofá de la sala de la casa. Tratan de ponerse de acuerdo sobre quién le dirá a Charo que su padre ha muerto. Tito se ofrece pero todos le dicen que no. Le piden a Lucho que lo haga él ya que se trata de su exesposa. “No puedo. Se me partiría el alma”, responde. Reyna dice que lo hará ella. “Ya saben cómo soy yo, directa y sin anestesia. Así que le diré: Finji, tu padre se fue a La Habana y no volverá nunca más”, dice añadiendo que le puede agregar algunas lágrimas para que no suene tan duro. En ese momento llega Charo acompañada de Grace. “¿Qué pasa? Están todos con unas caras…”, pregunta. Nadie atina a decir nada. “Es que no nos has hecho el desayuno y nos morimos de hambre”, le dice Teresa. “¡¿Desayuno? ¿Ya está listo el desayuno?!, dice una voz y todos gritan espantados. Es don Alejo que se acaba de despertar asustando a todos.