El mal de cerca sigue asechando en la pantalla chica

En su bloque de Crimen e Investigación, canal Bio anuncia episodios de estreno para su seriado El Mal de Cerca en el cual se recrean las circunstancias que llevaron a un asesino, generalmente serial, a ensañarse con víctimas de su entorno afectivo. Expedientes de víctimas que por confiar inicialmente en su verdugo terminaron brutalmente asesinadas, vejadas, mutiladas serán revisados y tratados con lo más avanzado de la tecnología de investigación criminalística. Cada entrega ofrece además el conmovedor testimonio de los familiares, amigos, y vecinos de los inocentes que nunca sospecharon estar asechados por el mal.

El ciclo inicia el sábado 2 de febrero con “El asesino de medianoche”, el relato de Steven Wright criminal que pasó a la historia criminal por haber asesinado a cinco mujeres en tan sólo diez días, todas ellas trabajadoras sexuales en Inglaterra de 2006, lo que se consideró un record. El episodio logra el testimonio de su propio padre, Conrad Wright.

Para el sábado 9 de febrero, “El destripador de Camden” será el título del capítulo dado al criminal Anthony Hardy, a quien la justicia no pudo encontrar culpable de intentar ahogar a su mujer, matar a una conocida en su propio apartamento, en virtud de sus habilidades para no dejar rastros que lo inculparan. Hasta que su compulsión lo llevó a cometer un error de cálculo en 2002, en su intento por deshacerse de los cuerpos de dos víctimas en un contenedor de basura. Hasta el momento ninguno de sus vecinos había sospechado de él.

El siguiente sábado 16 de febrero, la serie emitirá el caso del secuestro de Stephanie Slater, una agente de bienes raíces, con cuya recompensa su captor, Michael Sams, aspiraba salir de sus problemas financieros y de relaciones familiares. Lo que no sabía el ex convicto es que de secuestrador pasaría a asesino de otras víctimas.

Finalmente, el sábado 23 de febrero, Canal Bio ofrecerá como nuevo episodio de El mal de cerca, el caso de Alfredo Gala, “El asesino de los naipes” así llamado por ser español y cobrarse la vida de unos seis compatriotas a los que dejaba como huella una carta puesta sobre el cadáver, sacada del mazo que siempre le acompañaba a sus fechorías. Se trata de una patología de violencia del absurdo desarrollado en l psiquis de un excombatiente de las fuerzas de paz españolas, que al fracasar en sus misiones de defensa, buscó llamar la atención de la opinión pública de la manera más absurda y dolorosa para sus víctimas y familiares.