Ni son tan sanos como se cree, ni ayudan a bajar de peso
La tendencia de consumir alimentos 'light' va creciendo cada día pues las personas suelen pensar, equivocadamente, que estos son más sanos que sus versiones originales.
Si bien es cierto que contienen menos calorías, no son de ninguna manera más sanos. Así lo ha demostrado una investigación del Instituto Culinario de Estados Unidos y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, que reveló que estos alimentos contienen más sal que los originales y podrían no ser tan efectivos como se cree a la hora de hacer dieta.
Además, los productos bajos en calorías o dietéticos, al igual que sus versiones originales, contienen conservantes, colorantes y azúcares naturales que pueden poner en riesgo el metabolismo. A continuación conoce cuatro mitos sobre los alimentos 'light'.
'Light' es sinónimo de saludable
Es una idea equivocada eso de que los alimentos 'light' son sanos. A estos alimentos se les añade grandes cantidades de azúcar, sal y almidón cuando se les quita su grasa. Esto porque al eliminar las calorías que contienen, también pierden drásticamente su sabor, por lo que es necesario agregarles otras sustancias para que el producto sea atractivo.
Son ideales para las dietas
Los nutricionistas explican que basar una dieta en alimentos 'light' puede provocar un aumento de los triglicéridos y disminuir el colesterol bueno, lo que no es nada recomendables para el organismo. Por otro lado, hay estudios que han demostrado que las personas que perdieron kilos comiendo productos no 'light', pierden el mismo peso (o más) que aquellos que sí.
No engordan
Las personas que consumen estos alimentos creen que no engordan. Si bien es cierto que un alimento bajo en grasa es menos calórico que su versión original, no significa que sea sano. Por ejemplo, los refrescos azucarados, aunque sean 'light', siguen contribuyendo a la obesidad.
Son 'grasa buena'
Que un producto sea 'light' no implica que su grasa sea buena. Por ello, a veces es mejor optar por alimentos que, aunque no hayan reducido sus calorías, cuentan con grasas no saturadas, las cuales, dicho sea de paso, ayudan a disminuir el colesterol malo. Por ejemplo, las sardinas o el salmón.
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