La cinta dirigida por James Mangold compite en el título a Mejor Película con una trama basada en una historia real: la de una figura emblemática del automovilismo estadounidense. Esta es la verdadera vida de Carroll Shelby.
Este relato pudo empezar a escribirse en el cielo, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Carroll Shelby fue un piloto de combate capaz de ingresar a la Historia norteamericana, así, con letras mayúsculas. Pero quiere la leyenda negarle esa entrada por la puerta grande y abrirle, por el contrario, una igual de significativa como héroe del automovilismo.
No se trata, por cierto, de cualquier héroe. Shelby, natural de Texas, fue teniente segundo en retiro una vez acabada la guerra, y se dedicó al negocio de la basura en un principio, aunque tiempo después incursionó en el del petróleo y, por último, en la cría de aves. Oficios curiosos para alguien que, a la par, piloteaba ya no aviones, sino automóviles.
Una tragedia, sin embargo, lo trasladaría a consagrar su tiempo a los coches. Todas sus gallinas contrajeron una enfermedad que las llevó a la muerte e hicieron que el fructífero negocio de Shelby acabe con rapidez en la quiebra. Pero allí donde hubo una pérdida, el granjero encontró en las carreras una oportunidad.
EL INICIO DE UNA AFICIÓN
Su afición surgió en 1952, cuando un amigo lo animó a competir con un hot rod —coches deportivos con motores grandes—, y se prolongó a lo largo de toda su vida, llegando a ser apodado como el “piloto granjero” por una prensa que atestiguó su manera de vestir al subirse a un carro y ponerlo a toda velocidad.
Así, desde 1954, Carroll Shelby tomó la decisión de ser piloto profesional de carreras. Tras solo seis años, ganó tres Campeonatos Nacionales de Estados Unidos y disputó ocho carreras en el Campeonato Mundial de Fórmula 1 entre 1958 y 1959. Llegó a colocarse a la altura del podio en el 24 Horas de Le Mans, cuando se llevó el primer lugar al conducir un Aston Martin.
Lamentablemente, hasta allí llegó su gesta en la pista. En 1960, le detectaron una enfermedad coronaria que lo obligó a retirarse de las carreras, aunque no así del automovilismo. Pues este revés le permitió apuntar hacia otro proyecto como preparador de carros de competición bajo el auspicio de Ford, marca para la que siempre corrió.
EL SHELBY AC
Desde entonces, la historia del héroe en caída se convirtió en el ascenso gradual del hombre que fue capaz de crear el mítico carro AC Cobra, cuyos 340 caballos de vapor compitieron de igual a igual con grandes automóviles del circuito europeo, como el Ferrari 250 GTO.
Un AC Cobra logró combinar el chasis de altura de los autos europeos y la potencia del motor de uno norteamericano. Conseguir este prodigio de la mecánica fue posible gracias a dos años de trabajo, en los que Carroll se esforzó por construir "el deportivo de América". Una vez fabricado, el modelo fue bautizado con el nombre en mención, pero conocido, popularmente, como Shelby AC Cobra.
Gracias a este deportivo, el expiloto alcanzaría una enorme popularidad y prepararía más sportscars que lo catapultaron a varios campeonatos del mundo. Su principal oponente fue Ferrari, marca a la que llegaron a ganar en varias pruebas, incluida la de Le Mans en 1964.
LA DESPEDIDA DE SHELBY
Con el tiempo, Carroll Shelby continuó desarrollando automóviles para diversas marcas. Y ya no solo para carreras, sino también modelos comerciales como el Charger y el Viper que diseñó para Dodge.
En 1990, el automovilista se sometió a un trasplante de corazón y, seis años después, a uno de riñón. Falleció un 10 de mayo de 2012, a los 89 años. A su muerte, se le consideró miembro de cinco salones de la fama afines a la automoción.
Interpretado por Matt Damon en la cinta "Ford v Ferrari" —nominada a Mejor Película en los Oscar 2020—, la memoria de Carroll Shelby aún continúa en carrera.
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