Las noticias que llegan desde Francia denotan un contexto sumamente delicado, probablemente el más complejo desde la ocupación nazi entre 1940 y 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. Desde mi punto de vista, son tres los frentes que la administración Macron deberá abordar simultáneamente para sacar adelante al país. Estos son el sanitario, el económico y la lucha contra el terrorismo. Revisemos cada uno de ellos.
La situación sanitaria francesa se degrada rápidamente. En apenas siete días, de acuerdo con data oficial, el país galo reportó 267 mil 950 casos y 1656 fallecidos por COVID-19. El miércoles 28 de octubre, en una alocución a nivel nacional, Macron señaló que el país debe volver al confinamiento obligatorio, ante la ineficacia de las medidas tomadas, como por ejemplo los toques de queda parciales. El Presidente indicó que el virus circula por territorio francés a una velocidad que ni siquiera las proyecciones más pesimistas habían anticipado. Actualmente el 58% de las camas de reanimación se encuentran ocupadas, y la prognosis indica que a mediados de noviembre estarán casi sin disponibilidad. A diferencia de la primera ola, ya no es posible transferir pacientes entre regiones dado que la enfermedad está por todos lados.
Macron ha identificado cinco objetivos de este nuevo confinamiento, el primero es proteger a los adultos mayores, hoy los más vulnerables a la pandemia. Segundo, proteger a los más jóvenes, debido a que no hay aún claridad en las secuelas que deja la enfermedad. Tercero, cuidar el sistema sanitario, que ya se encuentra desbordado por la COVID-19 y por otras enfermedades que se han dejado de atender. Cuarto, sostener a los más modestos, es decir a las personas de menores recursos que son proporcionalmente los más tocados por sus condiciones de vida precarias. Finalmente, el quinto objetivo es salvaguardar la economía, ya muy golpeada por la primera ola.
Paralelamente Francia también enfrenta una amenaza terrorista islamista sumamente grave. El 16 de octubre pasado, el país galo se conmocionó por la decapitación del profesor Samuel Paty, asesinado por mostrar en una clase las caricaturas satíricas de Mahoma. Al momento de escribir estas líneas tres personas habían sido degolladas en una iglesia en Niza. También se habla de otro atentado, aunque de menor gravedad, al consulado francés en Arabia Saudita. Es importante recordar que el próximo 13 de noviembre se dará a conocer el fallo de la justicia sobre los ataques a la redacción del semanario Charlie Hebdo. Esa fecha está cargada por un simbolismo especial, ya que conmemora el quinto aniversario del asalto a la sala de conciertos Bataclan y otros centros nocturnos y localidades de París que dejaron 130 muertos.
Por si fuera poco Francia experimenta su peor crisis económica desde 1949. Según los datos del Banco de Francia, se prevé una recesión inédita del 10% en el 2020, un aumento nunca antes visto en el desempleo y una subida de la deuda de hasta el 120%. Como respuesta ante este panorama sombrío, el gobierno ha decidido abrir la billetera e inyectar 100 mil millones de euros a la alicaída economía gala con el objetivo de crear 120 mil puestos de trabajo al 2021 y relanzar la competitividad.
Sin embargo, la brutal llegada de la segunda ola echa por tierra todas las proyecciones de recuperación. Sectores clave para la generación de empleos como el turismo están entre los más golpeados. Recordemos que Francia fue el país más visitado del mundo el 2019 con 89 millones de turistas. Este año se espera con suerte llegar al 10% de dicha cifra.
A manera de conclusión, la combinación de una brutal segunda ola, la lucha contra el terrorismo y una recesión económica inédita presentan un reto mayúsculo para el Estado francés. En estos contextos cada recurso cuenta y la coordinación, articulación y la transparencia jugarán un rol preponderante. Francia tiene en muchos ámbitos una función pública de excelencia. Estemos atentos a las medidas de política pública que se implementarán para enfrentar esta crisis.
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