En abril del 2023, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) estimó que la ocurrencia del Fenómeno del Niño (FEN) se sitúa en el rango de 60 % y el 70 % para los meses de junio a agosto y entre el 70 % y el 80 % para los meses de julio a octubre del 2023. De igual forma, la OMM puntualizó que la combinación de gases de efecto invernadero generados por la actividad humana y el Niño harán subir las temperaturas más de 1,5 grados en los próximos cinco años, llegando a ser el lustro más caluroso jamás registrado.
El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, mencionó que la concurrencia cambio climático-Niño puede llevar “las temperaturas globales a un territorio desconocido”, con severos impactos en la salud, la seguridad alimentaria, la gestión del agua y el medioambiente. Ante este escenario límite es importante recordar las consecuencias que tuvieron los FEN de los años 1983-1984 y 1997-1998 en nuestro país, en aras de dimensionar la real magnitud del reto que tenemos en frente.
La investigación “el fenómeno El Niño 1997-1998 en el Perú”, elaborada por el Ministerio de Salud, la Oficina de Defensa Nacional y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), indica que entre diciembre de 1982 y junio de 1983, llovió de manera muy intensa en el norte del Perú. Las precipitaciones incrementaron significamente el caudal de los principales ríos de la costa, provocando grandes inundaciones.
Por otra parte, en la parte altiplánica sur se produjeron graves sequías. De acuerdo con la citada investigación, 512 personas murieron por manifestaciones directas del fenómeno y 8 mil 500 fallecieron por efectos indirectos, como accidentes y enfermedades. El Niño ocasionó un millón 267 mil damnificados en el país, 831 mil en el norte y 435 mil en el sur. Las pérdidas económicas se calculan en mil millones de dólares, una cantidad enorme para la época. De igual modo, la caída del producto interno bruto (PBI) fue de 14.3%, tomando en consideración el incremento de la población.
Catorce años después y con muy pocas lecciones aprendidas, vuelve a presentarse el FEN en el Perú. Según el Informe Técnico sobre los Impactos del Fenómeno El Niño (2012), elaborado por la Universidad del Pacífico y la GIZ, las pérdidas originadas por el fenómeno de 1997-1998, alcanzaron los 3 mil 500 millones de dólares, equivalente al 4.5% del PBI de aquel año. Este monto incluye daños directos por valor de mil 612 millones y daños indirectos por mil 888 millones.
Las pérdidas de vidas humanas fueron 366 y mil 53 los heridos. A su vez, debido al incremento de la temperatura y el colapso de los sistemas de alcantarillado y agua potable, aumentaron las enfermedades diarreicas agudas y el cólera. En el caso de esta última, la Oficina General de Epidemiología del Ministerio de Salud, señaló que el número de casos sospechosos pasó de mil 80 durante las primeras 26 semanas epidemiológicas de 1997 a 34 mil 306 caso en el mismo periodo del año siguiente, un incremento de 3 mil 176%.
En el 2017, con poquísimas medidas correctivas, apareció un nuevo FEN, aunque de menor intensidad. El “Niño Costero”, según data de la OPS, ocasionó 143 fallecidos, 231 mil 874 damnificados y un millón 129 mil afectados. Además, colapsó 25 mil 700 viviendas, 258 mil 545 quedaron afectadas y 23 mil 280 se encuentran inhabitables.
A manera de conclusión, hay varios puntos que debemos destacar, el primero es que el panorama que presentan organizaciones científicas internacionales luce considerablemente complicado debido a la posible combinación cambio climático-Niño. Segundo, en los últimos 40 años prácticamente no ha habido cambios ni lecciones aprendidas y el Niño sigue golpeando con ferocidad al país. Tercero, es necesario que las autoridades implementen un plan para mitigar las manifestaciones más extremas del FEN, sin embargo poco se ha avanzado en ese sentido.
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