La sociedad se ha vuelto digital, al punto que, sin un teléfono inteligente o la computadora, nuestra capacidad de desenvolvernos está fuertemente restringida. El citadino trabaja, estudia, compra y hasta busca pareja frente a una pantalla. También detrás de ella, el hombre rural busca los mejores precios, vende y arregla lo necesario para mejorar su productividad. No nos damos cuenta de que tanto dependemos de ellos.
Pero también, hoy en día -con el cambio climático encima de nosotros, nuestra sociedad se preocupa en cómo lograr una transición a economías verdes y bajas en emisiones de carbono. Para lograrlo es necesario estar conscientes de los impactos que nuestro quehacer colectivo e individual tiene, y también de que hacer para reducir esa huella. Vale entonces darle una mirada a una actividad que nos mantiene pegados a una pantalla más tiempo que el que usamos para dormir, ya sea en la mano con el teléfono, o en casa con la computadora: el uso del internet.
El internet de todas las cosas
Muy pocos tienen idea de cómo funciona ese mundo etéreo del internet, de dónde está esa información que uno manda o recaba, y del verdadero costo de esa “nube”. Pues, toda esa información está almacenada físicamente en inmensos centros de información dispersos en el mundo, en una infraestructura gigante de interconexiones, y éstas, requieren de una cuantiosa cantidad de energía para su funcionamiento. Se calcula que el internet representa el 1% del consumo energético del planeta, cifra mayor al total nacional de varios países juntos.
El uso del internet tiene una huella de carbono no contabilizada enorme, y su impacto depende de las fuentes energéticas que la alimentan. Se calcula que el uso, transmisión, y almacenamiento de un gigabyte (GB) de información representa entre 28 y 54 gramos de carbono emitidos. Usando la media global (32 gramos), ésta suma 97 millones de toneladas de carbono por año, cifra mayor a la emitida por Finlandia y Suecia juntos. Ahora, su impacto no solo puede ser medido en referencia al carbono emitido, sino también en el uso de agua como fuente energética (a través de hidroeléctricas). La media global equivale al agua usada para llenar más de un millón de piscinas olímpicas al año. Y si lo evaluamos en el uso de espacio requerido para almacenar esos discos duros que contienen nuestros correos electrónicos, tik-toks, tweets, fotos de Instagram, información en la nube, archivos, y toda la información en la web, este equivale a un espacio físico mayor que las urbes de Nueva York, Río de Janeiro y Ciudad de México juntas.
En un Perú con más de 33 millones de habitantes y con el 78% de ellos viviendo en ciudades, hay más de 36 millones de dispositivos móviles, cerca de 20 millones de usuarios de internet, y más de 27 millones de usuarios activos en redes sociales. Durante la pandemia se ha incrementado el uso en cerca de medio millón de nuevos usuarios, con 2.4 millones de conexiones de internet nuevas, y 3 millones de perfiles nuevos en las redes sociales. Además, según el OSIPTEL, el incremento de uso de la red fija está entre el 32 y 45%. Y ese consumo, es suplido por una matriz energética donde la mitad de la energía es producida por hidroeléctricas (uso del agua), y donde mas del 45% proviene de las plantas termoeléctricas alimentadas por hidrocarburos (gas y petróleo). Se puede imaginar que la huella ambiental en emisiones y uso de agua no es ligera.
¿Que hacer?
Con algunos cambios en nuestro uso del internet podemos bajar nuestro impacto de manera significativa. Por ejemplo, el “streaming” de videos de alta resolución (HD) requiere de 7 GB por hora y representa casi medio kilo de carbono en la atmósfera. Usando el servicio por tres horas al día en un mes, equivale en emisión a más de 50 kilos. Si bajamos la resolución de HD a estándar, reducimos esa emisión a 2.5 kilos, un ahorro equivalente a lo que produciría manejar de Lima a Cañete. Inclusive, dejando de usar el video en las conferencias virtuales (como en zoom), podemos tener un impacto considerable. Si uno tiene 15 conferencias de una hora a la semana, la huella de carbono equivale a 9.7 kilos de CO2 emitidos. Si simplemente se apaga el video, esa cifra baja a 377 gramos. Es un ahorro equivalente a las emisiones producto de cargar un celular por 3 años. Y si por cada 100 mil habitantes, traducimos ese costo a la energía producida en hidroeléctricas, estamos hablando de una reducción de uso de agua equivalente a lo necesario para producir 185 toneladas de papa.
Así como evitamos echar basura a los ríos y mares, cuidamos las áreas verdes, o reemplazamos a los plásticos de un solo uso, debemos incluir el uso consciente del internet a nuestra lista de actitudes responsables. El planeta nos lo agradecerá. Mientras tanto, por favor difunda este mensaje en las redes u otros medios digitales… vía internet.
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