El mundo tal y como lo conocíamos ya no existe debido a la pandemia de la COVID-19. La nueva realidad que se nos presenta se caracteriza por la incertidumbre, complejidad y velocidad de las transformaciones. Ante esta nueva realidad, la colaboración y el trabajo colectivo son principios fundamentales a los que no podemos ser ajenos. Por ello, esta coyuntura debe potenciar un cambio de comportamiento en las empresas hacia una visión ética, estratégica y sostenible para impactar con resultados positivos en la sociedad.
En ese sentido, es importante que las empresas asuman un compromiso con el entorno en el que se desenvuelven y no fijar como único objetivo la rentabilidad; sino también, implementar acciones éticas y de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) para guiar la gestión empresarial a favor del cuidado de las personas y la protección del ambiente. Así pues, en estos últimos meses, hemos visto distintos ejemplos del compromiso ético de varias organizaciones que han sabido responder de manera rápida y eficiente, a través de iniciativas en favor de sus públicos internos y externos.
En línea con ello, este tipo de coyunturas hace mucho más evidente el comportamiento ético de las organizaciones, ya que la complejidad del entorno pone a prueba su propósito, visión, misión y valores corporativos. Por tanto, es muy importante que las organizaciones tengan bien identificados sus públicos de interés, se pongan en su lugar y asuman una posición. Tomemos en cuenta que, al igual que pasa con las personas, las situaciones difíciles evidencian realmente cómo son las organizaciones y más adelante, cuando las cosas se pasen, recordaremos quiénes actuaron con ética y quiénes no.
Por eso, ante los actuales retos que se nos presentan a nivel global como son la pandemia, la pobreza extrema, la exclusión social, la desigualdad y el agotamiento de los recursos naturales; es importante que las organizaciones asuman una posición y, si aún no lo han hecho, empiecen a incorporar prácticas de RSC que evidencien su ética y compromiso con la sociedad.
Asimismo, para aquellas organizaciones que tienen más afianzadas estas prácticas, pueden buscar modelos más horizontales para obtener mejores resultados, como el modelo que las Naciones Unidas denominan como 4P (Public–Private–People partnership), que son alianzas multiactor que vinculan a los sectores público, privado y a la ciudadanía. Este tipo de alianzas permiten la generación de soluciones creativas e innovadoras a problemas que son difíciles de resolver con enfoques tradicionales.
Finalmente, es importante hacer un llamado al sector privado para que, en este contexto, se convierta en un importante aliado para el desarrollo sostenible, mediante el aporte de financiamiento e innovación. Las empresas privadas tienen un gran diferencial sobre otros sectores, como tiempos más rápidos de ejecución, mayor flexibilidad y adaptación a nuevas tecnologías, y constante actualización. La creación de alianzas multiactor traerán consigo múltiples beneficios y un enfoque hacia la innovación que contribuirá al desarrollo que impactará positivamente a la sociedad.
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