Debido a la COVID-19 vivimos en medio de una gran incertidumbre, sumada a un periodo de inestabilidad política en el país. No tenemos certeza de cuando terminará, pero sabemos que nos dejará un mundo más desigual, con mayores necesidades y grandes cambios en el entorno.
Líderes visionarios como Nelson Mandela no sólo reaccionaban cuando las amenazas los confrontaban, sino que miraban más allá del horizonte "oscuro" para guiar a la gente con perspectiva de un futuro mejor una vez superados los retos coyunturales.
En este sentido, en momentos de crisis las empresas necesitan líderes ágiles que tomen decisiones rápidas resolver los desafíos inmediatos y garantizar la supervivencia, pero también líderes visionarios que tengan la capacidad de adaptarse, reorientar y construir “el día siguiente” que asegure la sostenibilidad del negocio.
Así, para enfrentar el contexto, los líderes necesitan priorizar agilidad y rapidez en la toma de decisiones concentrándose en acciones de corto plazo, dejando de lado la perfección pues reduce la velocidad, adaptándose con flexibilidad ya que los cambios son constantes, y priorizando su tiempo para gestionar la gran cantidad de distractores e información dado que muchas cosas suceden al mismo tiempo.
No obstante, si bien es comprensible la ansiedad generada por el difícil momento, en el que prevalecen las decisiones para resolver los retos de corto plazo ligadas a la supervivencia, no se debe dejar de lado el deber de garantizar la sostenibilidad en el largo plazo. Para ello, los líderes necesitan priorizar el espacio para examinar el panorama completo, comprender los cambios en el entorno y lo que es importante para las personas, replantear la estrategia a partir de una visión integral, y comunicar con empatía.
Durante las crisis, los equipos pasan por 3 fases y los líderes tienen un rol distinto en cada una de ellas:
1.- Emergencia: Es el primer impacto, el momento de shock. La energía y desempeño del equipo se eleva. Pocas personas cuestionan la autoridad de los líderes y los equipos funcionan algo irritables, pero en armonía. En este momento, se requieren líderes ágiles y decisiones rápidas.
2.- Retroceso: Empieza el cansancio. Los equipos pierden el sentido y el propósito, comienzan a chocar por pequeñas cosas. La mente de las personas comienza a defenderse de la incertidumbre. Es una fase incómoda, pero inevitable. Los líderes deben efectuar mediciones internas para conocer cuán inmersos están sus equipos en esta fase, para poder guiarlos hacia la siguiente fase constructivamente.
3.- Recuperación: Comienza la reorientación. Se inicia cambiando el enfoque del equipo dejando poco a poco de centrarse en los riesgos de corto plazo, para ver un panorama más completo. Los líderes deben ayudar las personas a identificar nuevas oportunidades y donde pueden agregar valor. Una visión de futuro ayuda a ganar energía y a obtener una aspiración compartida.
Hay una demanda en el mundo por una nueva clase de liderazgo capaz de crear valor en el largo plazo, generar confianza e impactar positivamente en la sociedad. Entramos a una nueva era en la que se espera de las empresas un enfoque más social y ético, y, por tanto, las decisiones que tomen respecto a sus trabajadores serán importantes para su reputación y posicionamiento en el mercado. Es el momento para que las empresas y sus líderes definan quienes son a través de sus acciones.
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