Antes de la COVID-19, el Perú había logrado un crecimiento económico que nos colocó como una de las mayores promesas de América Latina. Sin embargo, la pandemia ha evidenciado los profundos problemas estructurales de nuestro país y se ha incrementado la percepción negativa sobre sector empresarial y los políticos.
¿Qué sucedió? Considero que la base estructural que permite transformar el crecimiento económico en bienestar para las personas y asegurar la sostenibilidad, no fue priorizada y desatendimos por décadas cuestiones básicas como salud, educación, agua y saneamiento, inclusión e informalidad.
Los intereses particulares primaban sobre el bien común. La creciente influencia del dinero privado en el sector público generó la percepción de que el sistema sólo favorece a los más ricos o poderosos, y la corrupción se insertó en la mayor parte de nuestra vida civil desde facilitar trámites y evitar sanciones, hasta determinar a los ganadores reemplazando la competencia en igualdad de oportunidades que es la base de la democracia.
Y así, con un estado ausente en gran parte el país, instituciones débiles, falta de identificación con los partidos políticos y falta de confianza en los líderes privados y públicos, nos encaminamos a un proceso electoral en 2021.
¿Qué podemos hacer?
- Reconocer que somos parte de un sistema interdependiente, en el que nos necesitamos todos para sobrevivir. El bien común no es un concepto etéreo, sino lo único que garantizará nuestra supervivencia. No es posible tener éxito a costa del deterioro de la sociedad a la que pertenecemos.
- Necesitamos empresarios con empatía y auténtico compromiso social. Las empresas forman parte de un sistema en el que participan varios actores, pues no existe actividad comercial sin intercambio. El mundo ha cambiado y las personas esperan más que respuestas humanitarias de las empresas. Esperan un comportamiento sostenido y auténtico que genere valor, al mismo tiempo, para la empresa y para la sociedad.
- Necesitamos un gobierno con voluntad de resolver los graves problemas del país. Los gobiernos son vitales para garantizar igualdad de oportunidades, supervisar el adecuado funcionamiento del mercado y proveer a la población de servicios básicos. Un mercado en el que se respeten los derechos de todos necesita tener reglas claras y mecanismos efectivos.
- El sector público y privado deben trabajar juntos por el bien común. El sector público y privado son parte de un sistema más amplio que necesita de la colaboración de ambos para tener éxito, por tanto, se espera que compartan el objetivo de no sólo generar riqueza, sino bienestar para todos.
- Comprender que nuestro comportamiento como ciudadanos influye en el éxito o desgaste del sistema. Como peruanos, podemos culpar a los gobiernos, las instituciones o a la COVID-19 por nuestra situación, pero lo cierto es que compartimos parte de la responsabilidad en el deterioro del sistema, por ejemplo, cuando no respetamos el crucero peatonal, ocupamos los lugares para discapacitados o tomamos el transporte público en cualquier lugar generando desorden y mayor tiempo de viaje para todos; o, cuando elegimos la vía irregular pero fácil para hacer trámites o no cumplimos reglas básicas para cuidar nuestra propia vida como mantener la distancia social o usar mascarilla.
Es claro que la COVID-19 nos dejará un mundo más frágil y desigual. Siempre podemos elegir mirar de costado y esperar lo que suceda o cambiar nuestra visión y construir un mejor futuro. ¿Cuál es el Perú en el que quieres vivir?
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