Antes de redactar estas líneas he revisado diversas publicaciones en medios y en mis redes sociales. Sentía la necesidad de reflexionar y escribir acerca de lo que ha sucedido en el último proceso electoral del pasado 11 de abril. Los resultados de esta primera vuelta han resultado sorprendentes por la presencia del nuevo outsider Pedro Castillo; sin embargo, no estamos frente a una sorpresa, estamos más bien repitiendo el mismo ciclo de cada 5 años. Estamos nuevamente polarizados con dos candidatos que no representan a la mayoría de los peruanos. Sin embargo, la gran cantidad de candidatos hizo que los votos se dividieran y ninguno realmente sea mayoría. Lo cierto es que en la segunda vuelta están los dos candidatos seriamente cuestionados y la decisión se hace muy difícil, y esto solo incrementa la crisis e incertidumbre en la que ya vivimos.
El 19% de los peruanos votaron por el candidato Castillo, en más de la mitad de regiones del país, es el resultado que resume el reclamo de millones de peruanos que lamentablemente viven con grandes necesidades básicas no cubiertas, la pirámide de Maslow en su base. Nos referimos a la falta de acceso a servicios básicos como agua y luz, salud, educación, e incluso la falta de Internet. Peruanos postergados durante décadas y generaciones, que además de la pobreza en la que ya viven, se han visto terriblemente afectados por la pandemia que les ha golpeado aún más; sin trabajo y con familiares enfermos y fallecidos.
Sabemos que el problema de fondo se encuentra en nuestro sistema político que no ha sabido atender a los peruanos más necesitados y sobre todo los graves problemas que no nos permiten una sociedad integra y solidaria. La falta de capacidad de gestión de las autoridades, pero sobre todo la corrupción y la impunidad que está incrustada en el sistema no nos permiten avanzar. Este contexto no nos deja aspirar como un país en vías de desarrollo y equitativo para todos los peruanos. Si no garantizamos las necesidades básicas no podremos seguir adelante. El Perú es un país con grandes contrastes y diferencias que no ofrece oportunidades de crecimiento y mejoras en la calidad de vida equitativa para millones de peruanos. Hemos crecido económicamente en las últimas décadas, pero no ha sido suficiente pues no hemos atendido aún las brechas que nos diferencian. Con las riquezas que tenemos, y lo sabemos, podríamos ser el ejemplo para América Latina y para el mundo. Pero no solo nos lamentemos y reclamemos a las autoridades por nuestra realidad. Preguntémonos cómo hemos aportado a la mejora de nuestra patria. Hagamos un análisis de nuestros actos y actuemos denunciando, reclamando, participando, no siendo cómplice de la corrupción y sobre todo buscando siempre un comportamiento ético y responsable en nuestros actos diarios, en nuestro desempeño diario. Busquemos siempre el bien común y siendo justos y solidarios con nuestro prójimo. Y este ejercicio lo debemos repetir siempre, en casa, con nuestros hijos; en nuestro trabajo, con nuestros compañeros; y en general en todas las acciones de nuestra vida.
Estamos próximos a cumplir los 200 años de independencia del Perú, estamos en el año del bicentenario y aún no hemos podido superar nuestros graves problemas y las grandes diferencias en la que vivimos los peruanos. Ahora estamos, una vez más, en una situación en que debemos tomar una decisión muy importante para el futuro de nuestro país. Evitemos conflictos innecesarios y apasionados con nuestros amigos y familiares. Pero sí analicemos detenidamente a ambos candidatos, revisemos su calidad personal, sus antecedentes en el ejercicio político y sus propuestas, así como la solidez del equipo que los acompaña. Que nuestro voto sea responsable, informado y por bien del país.
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