En los últimos meses venimos atravesando una nueva crisis, esta vez política y económica, que cada día está afectando el bolsillo y la calidad de vida de los peruanos. Sin embargo, sabemos que vivimos en un país donde durante décadas vivimos en situación de inestabilidad e incertidumbre. La pandemia ha sido un proceso más para nuestra larga historia de hechos que han afectado a todos los peruanos. El proceso de crisis política y económica actual está muy complicado y está generando caos, huelgas y una situación de malestar colectivo en la población, todo lo cual genera desconfianza.
Sin embargo, hace muchos años que vivimos una permanente y cada vez más agravante crisis moral. La pregunta es ¿qué está pasando con los valores de los peruanos? Estamos normalizando los comportamientos no éticos en la sociedad, lo cual es grave. Un país que desea ser desarrollado y próspero tiene que tener ciudadanos éticos. Esa es la verdadera hoja de ruta. Hace más de tres décadas se habla en el Perú de la cultura “combi” que logra sintetizar en una palabra el desorden, la informalidad y ese deseo de sacar la vuelta a la norma y pasar por encima de los demás. En el Perú existen frases que bien conocemos y que describen el comportamiento de una viveza que cada vez se va volviendo más generalizada y que se describen en frases como “hecha la ley, hecha la trampa”.
Queremos ser un mejor país, hemos llegado al bicentenario con la promesa de tener un mejor país. Pero esperamos que sea el otro quien cambie. ¿Ya estamos en el 2022 y seguimos mirando en qué hemos fallado o quién ha fallado? Culpamos a los políticos y decimos que nos representan, pero en el momento de sufragar no lo hacemos con un voto responsable e informado.
Entonces, ¿qué nos queda como sociedad? Cada uno, como ciudadano, hacer bien lo que le corresponde hacer. En eso consiste la verdadera responsabilidad social. Y esa responsabilidad debe estar presente en todas las esferas de nuestras vidas; como personas: como padres, hijos, vecinos, ciudadanos. Y dentro de las empresas y organizaciones desde el rol que nos toque: como líderes, jefes, subordinados, etc. Queremos un mejor país y sobre todo queremos dejar un mejor país para nuestros hijos y nietos, debemos de regresar nuestra mirada a nuestros comportamientos y sus consecuencias.
La meta es y seguirá siendo: un mejor país con mejores ciudadanos que respeten las normas y que respeten al otro más allá de la ley, desde un comportamiento ético y responsable. No se trata de hacer las cosas bien por miedo a la sanción de la norma o la ley. Se trata de hacer las cosas bien pues queremos una buena convivencia con los otros.
Existen situaciones que cada día vemos frente a nuestros ojos y cada vez nos sorprendemos menos: conductores que pasan en el semáforo en rojo, otros que no respetan el paso de cebra y no dejar cruzar a los transeúntes, otros que no respetan las colas, autos que te cierran el paso cuando manejas, conductores que avanzan por el carril de emergencia en la pistas y autopistas creyéndose más vivos. La viveza, la informalidad, la corrupción, el soborno, la trampa está en nuestra cultura y eso nos hace mucho daño. Si queremos cambiar el país, empecemos por uno mismo. Hay mucho por reflexionar y cambiar.
Comparte esta noticia