En la entrega anterior se habían considerado 4 alternativas de inversión con sus rendimientos posibles y su rendimiento esperado (sombreado). Dicha tabla se muestra a continuación:
Por ejemplo, la alternativa B puede rendir -5%, 0%, 10% o 15% y su rendimiento esperado es 5%. Pero, la alternativa D puede rendir -1% o 3% y su rendimiento esperado es 1%.
Generalmente, cuando se ofrecen alternativas de inversión se hace énfasis en sus rendimientos esperados, es decir solo le mostrarían a usted la columna sombreada de la tabla cuando le presenten las alternativas A, B, C y D. Sin embargo, vemos que mayor rendimiento implica mayor posibilidad que los rendimientos que se obtengan sean muy distintos al rendimiento esperado. Por ejemplo, la alternativa A parece más atractiva que la D en rendimiento esperado, 10% en A vs. 1% en D, pero la primera alternativa puede fluctuar entre -20% y 40% mientras que la última entre -1% y 3%.
Podemos intuir rápidamente que la alternativa A tiene más riesgo que D; más aún, si ordenamos las alternativas de la más riesgosa a la menos riesgosa, el orden sería A, B, C y D.
Una primera medida de riesgo serían los rangos en los que podrían fluctuar los rendimientos, luego podríamos considerar otra medida al calcular cuánto fluctúan los rendimientos con respecto al valor esperado, o también podríamos considerar la máxima pérdida que podríamos tener.
Todas las anteriores son posibles medidas de riesgo. Asimismo, vemos que el riesgo cambia dramáticamente la forma cómo decidimos, y es por eso que debe incluirse en nuestro proceso de toma de decisiones. Rendimiento y riesgo son caras de la misma moneda, no se pueden separar, y por lo general más riesgo implica más rendimiento esperado.
Ahora el problema está en seleccionar cual es la mejor alternativa de la tabla. Sin embargo, vemos que es un tanto difícil determinarlo pues la decisión ahora no solo implica balancear rendimiento y riesgo. En términos generales, las personas valoran el riesgo de formas distintas, mientras algunas quieren o les gusta arriesgar mucho, a otras no. Con lo cual no es claro cuál de las alternativas de la tabla es la mejor, pues esto dependerá de cómo el tomador de decisiones sacrifique rendimiento esperado por asumir menos riesgo.
No obstante, en algunos casos la elección es clara, por ejemplo si le ofrecen dos alternativas con el mismo rendimiento esperado, la decisión óptima solo implicará determinar la alternativa de menor riesgo. Y viceversa, si dos alternativas tienen el mismo riesgo se deberá seleccionar la alternativa con el mayor rendimiento esperado. Por ejemplo, si le ofrecen dos alternativas: 1) ganar 10% con seguridad, y 2) perder 10% o ganar 30% con la misma chance; es claro que el rendimiento esperado de la primera es 10% mientras que el de la segunda es también 10%, pero la primera alternativa no tiene riesgo y la segunda sí. Entonces, una persona que toma decisiones racionales debería siempre decidir por la primera (en otra entrega presentaremos cómo se comporta alguien que no toma decisiones racionales).
La incorporación del riesgo en las decisiones financieras es fundamental, y tuvo su marco normativo en el trabajo del Profesor Harry Markowitz entre 1950 y 1960. Él brindó una definición estadística del riesgo (a través de la variabilidad de los rendimientos alrededor del rendimiento esperado) y con ello se dio el punto de partida para analizar inversiones a través de definiciones matemáticas del riesgo. Se puede decir que Markowitz es uno de fundadores de las finanzas modernas debido a tal aporte.
En próximas entregas continuaremos tratando el trabajo de Markowitz y cómo sus contribuciones permiten, por ejemplo, que las AFP sepan que activos deberían formar parte de nuestros fondos de pensiones.
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