17 de marzo de 2017 y el 16 de marzo de 2020; son dos fechas que muchos peruanos tenemos presentes. El 17 de marzo, Lima, una ciudad de casi 10 millones de habitantes y desarrollada en el desierto, se quedó sin agua por el Fenómeno del Niño. Rápidamente se generó una crisis por las compras de agua embotellada y otros artículos de primera necesidad. Por otro lado, el 16 de marzo de 2020 entró en vigencia la cuarentena obligatoria por la pandemia de la COVID-19. También fuimos testigos de crisis y pánico que llevaron a los peruanos a comprar de forma desmedida papel higiénico, alcohol, harina, entre otros. Estos escenarios con tres años de diferencia, nos muestran que no hemos aprendido nada.
A 200 días del 16 de marzo, la incertidumbre y la inestabilidad se han tornado normales; y estamos aprendiendo o, como muchos repiten, “estamos siendo resilientes” frente a esta normalidad. En el mejor contexto, las posibles candidatas a vacuna para la COVID-19, van a pasar la tercera fase y luego entraremos en un periodo de vacunación mundial.
Frente a este nuevo escenario, surgen varias interrogantes: ¿estamos preparados para la vacuna? ¿estamos preparados para distribuir una posible vacuna a toda la población? ¿tenemos la cadena de suministro adecuada? ¿tenemos la cadena de frío?, etc.
Una cadena de suministro básica tiene tres entidades: proveedor, productor y consumidor; con sus flujos de productos, dinero e información. En estos momentos, las investigaciones para una posible vacuna están centradas en las dos primeras entidades: proveedor y productor.
En estos momentos, la población mundial es de casi 7,800 millones de habitantes. Es fácil preguntarnos cómo se trabajará en la distribución. Si recordamos las compras por impulso o pánico a nivel mundial, nos imaginamos que algo similar podría suceder con la vacuna. Las desigualdades se van a reflejar entre los continentes, los países y la población.
Pero independientemente de las cifras, las negociaciones y el posible escenario de pánico y demanda de la o las posibles vacunas; con 30 millones de habitantes, ¿cuándo podremos tener la vacuna?, ¿estamos preparados para la distribución y aplicación?
Entre las recomendaciones están establecer una cadena de frío capaz de mantener la vacuna entre -80°C a -8°C, el equipamiento de toda la red de distribución compuesta de centros de almacenamientos, puntos de distribución y centros médicos especializados en la aplicación; considerando el transporte aéreo, transporte terrestre y transporte fluvial desde los pallets hasta la desconsolidación individual; el personal en toda la línea de distribución hasta el personal médico. Si no se cumple sus condiciones, la vacuna no tendrá efecto y medir su nivel de eficacia es casi imposible.
La pregunta inicial resurge: ¿estamos preparados para la vacuna?
Como corolario, hace 60 días un organismo del Estado tenía 6 millones de caretas faciales para distribuirlas en casi 200 municipios a nivel nacional, al cierre de esta edición todavía siguen en proceso de distribución. Y las caretas faciales no son vacunas.
En un posible escenario favorable, un problema será obtener el producto, pero el mayor problema será la distribución y el real efecto en la toda la sociedad.
La propuesta:
En base a la experiencia en esta pandemia, deberíamos establecer el posible plan de distribución de vacunas, considerando las entidades y los flujos en toda la cadena de suministro.
Comparte esta noticia