El pasado 15 de febrero de 2019, el vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence, se presentó en dos conferencias internacionales en Europa. La primera estaba dedicada al Medio Oriente y fue celebrada en Polonia. Durante su mensaje, el líder estadounidense invitó a los países presentes a seguir el ejemplo de Estados Unidos y abandonar el tratado nuclear firmado con Irán en el año 2015. Sus palabras fueron seguidas de un total y absoluto silencio de parte de su audiencia. Visiblemente sorprendido, Pence hizo de tripas corazón y continuó con su discurso.
De Polonia Pence viajó a Alemania a participar en la conferencia de seguridad celebrada en la ciudad de Múnich. El vicepresidente inició su alocución señalando que traía saludos de parte del presidente Trump. Pence hizo una pausa para dar paso al esperado aplauso, pero la respuesta de los presentes fue un completo silencio. Nuevamente sorprendido por la reacción de la audiencia, Pence continuó con su mensaje.
¿Cómo explicar que el vicepresidente de los Estados Unidos fuese humillado dos veces el mismo día? La respuesta es muy sencilla: el unilateralismo y el matonismo que han caracterizado la política exterior de Trump han debilitado considerablemente los lazos históricos de los Estados Unidos con sus aliados europeos. No creo necesario detallar aquí los insultos y exabruptos que han caracterizado la actitud de Trump hacia Europa, especialmente, Alemania. Con ello, el primer ejecutivo estadounidense ha dañado seriamente el orden internacional.
Hace décadas que los Estados Unidos no estaban tan solos. Está por verse si este es un fenómeno pasajero y si tras la salida del actual residente de la Casa Blanca, los europeos recuperan la fe y, sobre todo, la confianza en el país que se autodenominaba “líder del mundo libre”.
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