“El primer paso en la evolución de la ética es un sentido de solidaridad con otros seres humanos”.
Albert Schweitzer
Tiempos difíciles como los de una pandemia ponen a prueba a la humanidad y nos permiten ver grandes contrastes: por un lado, muestras de solidaridad y empatía en favor del prójimo, y por otro, el egoísmo más profundo. Esto es posible porque ante circunstancias críticas, el ser humano tiende a dar una respuesta acorde a la gravedad de la situación.
Durante el inicio de la pandemia fuimos testigos de comportamientos poco éticos de algunas naciones que luchaban de forma desleal por suministros médicos como respiradores artificiales, mascarillas y hasta vacunas, anteponiendo el bienestar de sus propios pueblos a costa del resto.
Por su parte, en el rubro empresarial pudimos observar el crecimiento exponencial de diversas compañías de los rubros de salud, entretenimiento, comercio electrónico, entre otros, por diversas razones: un mayor consumo de sus servicios o productos, pero también por algunas prácticas cuestionables desde la ética, como incrementar sustancialmente sus precios amparándose solo en la ley de la oferta y la demanda.
Habiendo transcurrido un año y medio de iniciada la pandemia, se hace imperioso reflexionar sobre el papel de la ética en los negocios en la actualidad y advertir el impacto que tiene en la reputación de las organizaciones para que sirvan de lecciones de cara al presente y al futuro.
En tiempos de globalización y redes sociales, es vital tener en cuenta que al tomar una decisión que está reñida con un comportamiento ético, ésta puede tener consecuencias muy duras a futuro en términos de reputación debido a que los consumidores pueden destruirla fácilmente si han visto traicionada su confianza. Asimismo, hay que tener presente que las nuevas generaciones tienen una mayor consciencia de la ética, la sostenibilidad y por ello buscan incorporarse o seguir a organizaciones que comparten sus propios valores y que se comprometen con ellos.

Ante este escenario, los líderes de las organizaciones deben decidir si son consecuentes con una ética de negocios o toman el sendero del atajo que asegura mayores ganancias a corto plazo, pero poniendo en riesgo la sostenibilidad en el largo plazo, corriendo incluso el riesgo de desaparecer o sufrir granes e irreparables pérdidas de la noche a la mañana.
En el imaginario colectivo de este periodo de pandemia habrá organizaciones que serán recordadas como las grandes villanas porque cedieron ante la tentación de comportamientos de negocios antiéticos, pero también habrá otras que se convertirán en los modelos a seguir para un grupo de empresarios jóvenes postpandemia con mayor conciencia social y sentido de ética. Justamente, hay ejemplos como los de San Antonio, Unión, entre otros, que decidieron tomar decisiones éticas, sacrificando ganancias inmediatas con la finalidad de proteger a sus trabajadores, brindando mejores condiciones a sus consumidores golpeados por la crisis y enrolarse en causas de apoyo social, que fueron reconocidas y que han servido para que su valor percibido sea mucho mayor al ser consideradas como marcas solidarias teniendo una publicidad positiva.
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