“La presencia de niños influenciaría de manera positiva la decisión de las mujeres de emprender un negocio o trabajar por cuenta propia, pues le permite trabajar en casa y cerca de sus hijos (Kobeissi, 2010)”. Ministerio de la Producción, perfil de la mujer emprendedora en el Perú 2020.
Han pasado aproximadamente tres años desde que se desató la pandemia de la covid-19, con sus nefastos efectos ya conocidos. Hace unas semanas, la Organización Mundial de la Salud declaró el fin de la emergencia sanitaria. Ello no significa que la enfermedad ha desaparecido, sino que su nivel de peligrosidad ha disminuido por el momento.
En ese contexto pandémico, caracterizado por las cuarentenas y restricciones, el estudio mundial sobre el nivel de emprendimiento llamado Global Entrepreneurship Monitor (GEM) reportó en su edición del 2021 que las mujeres emprendedoras fueron las más afectadas. Muchas se vieron obligadas a velar por la salud de sus hijos y acompañarlos durante las clases virtuales, ante el cierre de los colegios.
La decisión de convertirse en emprendedora, por ejemplo, para el caso de una madre está relacionada con una mayor flexibilidad en horarios y actividades que le permite administrar sus tiempos para dedicarse también a sus hijos. Es importante mencionar que, como cualquier negocio, su crecimiento demanda más tiempo y esfuerzo a la emprendedora, que debe organizarse y delegar algunas funciones para seguir desempeñando con éxito sus roles de madre y empresaria.
Según el estudio Perfil de la Mujer Emprendedora en el Perú 2020 del Ministerio de la Producción, el promedio de edad de las mujeres emprendedoras en el Perú es de 47 años, cuatro menos que el promedio de edad de los hombres emprendedores. La mayoría de emprendedoras cuenta con estudios universitarios y el 93.1 % de las empresas que lideran pertenece a los sectores comercio (41.4 %), servicios (43.3 %) y manufactura (8.4 %).
El referido estudio distingue el emprendimiento por oportunidad del emprendimiento por necesidad. El primero responde a una decisión más meditada sobre la posibilidad de emprender para volverse independiente y alcanzar logros sociales, además de aprovechar las oportunidades de negocio que se presentan en el mercado. El segundo obedece a razones de subsistencia económica como el desempleo y la insatisfacción con el trabajo actual, ante las cuales una persona decide emprender su propio negocio para generar recursos económicos.
El estudio incluye al Perú en el grupo de países con ingresos medios, ya que más del 50 % de emprendimientos nacionales son de oportunidad. Sin embargo, aún existe un número significativo de emprendimientos de necesidad conducidos por hombres y mujeres. Es muy probable que estos hayan aumentado con la pandemia y que muchos hoy formen parte de la economía informal.
En los años 50, Mary Kay Ash fundó una empresa de venta directa de cosméticos en Estados Unidos. Decidió iniciar este emprendimiento tras no ser considerada para un ascenso en su trabajo anterior, por darle preferencia a sus colegas varones, pese a tener las mismas capacidades. Ella se convirtió en un ejemplo de éxito para muchas mujeres emprendedoras en el mundo. Entre varias frases inspiradoras que nos dejó, podemos citar una que bien podría estar dirigida a las mujeres peruanas que, además, son emprendedoras: “No te límites a ti mismo. Muchas personas se limitan a lo que ellos piensan que pueden hacer. Puedes ir tan lejos como te lo permita tu mente. Puedes conseguir lo que creas, recuérdalo”.
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