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“En un mundo tan cambiante encontramos que la flexibilidad, la posibilidad de adaptarse al cambio es más importante que la experiencia”
Daniel Goleman
Las organizaciones se encuentran en un contexto de cambio cultural que ha sido provocado por la transformación digital, la misma que ha nacido de la necesidad de las empresas de sobrevivir y ser más competitivas en un escenario postpandemia. También ha contribuido el avance tecnológico y la aparición de herramientas como la inteligencia artificial, que está obligándonos a repensar la forma como se hacen los negocios.
Para que estas organizaciones puedan lograr sus objetivos y llevar a buen puerto los procesos de cambio cultural que han iniciado, requieren de personal que cuente con las competencias necesarias para poder tener éxito en este nuevo contexto, que obliga por un lado a interactuar de forma efectiva con la tecnología, pero también a tener la capacidad de desarrollarse en entornos corporativos más ágiles.
Cuando hablamos de agilidad, nos referimos a organizaciones más planas donde prevalecen esquemas de trabajo por proyectos y objetivos, que requieren un nivel de interacción mayor de las personas dentro de equipos multidisciplinarios e, incluso, la posibilidad de cualquier persona de llegar a liderar en determinados momentos (sin la necesidad de un cargo formal para ello). La agilidad debe responder como último fin a una mejora en el valor del producto o servicio brindado al cliente, que se puede traducir en un menor costo, un tiempo de entrega más reducido, entre otros beneficios.
En el estudio denominado “Tendencias y retos en los procesos de reclutamiento y selección en Latam” (*), el mismo que fue realizado por la Universidad ESAN y la empresa consultora Asertiva, muchos de los gerentes de talento humano entrevistados, manifestaron que las habilidades blandas tendrán mayor protagonismo y serán consideradas entre los aspectos más relevantes al momento de decidir la contratación de una persona, de la mano con la experiencia en su campo y los conocimientos técnicos.
En este mismo estudio, las organizaciones reconocen que se necesita identificar aquellas competencias necesarias para afrontar este entorno disruptivo. Hoy en día, la modalidad de trabajo ha variado en muchos lugares, pasando de presencial a híbrido, o, incluso, virtual. Así, la forma de trabajar incluye un sistema más ágil y horizontal, hay un uso más intensivo de tecnología, por lo tanto, también los perfiles de los puestos han variado.
En el referido estudio, las empresas reconocieron que tuvieron algunos problemas porque había la expectativa de su parte de encontrar personal con las competencias requeridas por el nuevo contexto, destacando las habilidades blandas, pero encontraron un déficit en Latinoamérica, lo que llevó a algunas empresas a buscar talento global.
Para los gerentes de talento humano entrevistados, la adaptación cultural de los candidatos era crucial y se asociaba mucho a la importancia que tenían las competencias blandas. En este estudio, entre las principales habilidades blandas que se esperaban de los candidatos a formar parte de las organizaciones, se identificaron las siguientes: la empatía, la comunicación asertiva, el liderazgo, el espíritu de servir, la humildad, la ética, la transparencia, la confiabilidad, toma de decisiones y la orientación a resultados. También fueron mencionadas competencias relacionadas con la resiliencia, agilidad, innovación, el trabajo colaborativo y el manejo de la inteligencia emocional.
Estas organizaciones buscan personas que acompañen su conocimiento y experiencia técnica con un manejo de habilidades blandas, capacidad de comunicarse de forma efectiva y una gran capacidad de interactuar con otras personas. Esto implica también por parte de los nuevos candidatos un deseo de trascender, asumir retos y crecer de la mano de las empresas e instituciones que los acogen.
(*) Tendencias y retos en los procesos de reclutamiento y selección en Latam. Oswaldo Morales, Armando Borda y Maisa Mercado Editores
Oswaldo Morales Abogado
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