I read the news today, oh boy!.
Era una mañana como cualquiera. Levantarse temprano, alistar las cosas para el colegio, meter un par de sándwiches para el refrigerio y subir a la 112, o Surquillo – Callao, para hacer el recorrido desde Miraflores a San Isidro. Recién había cumplido 15 años y estaba por terminar 4to de secundaria en el Colegio San Agustín. Mi mundo ya giraba fuertemente alrededor de la música y especialmente de los Beatles: discos, revistas, programas de radio, canciones, historias: la mamá del amigo que dice que su prima fue a ver a los Beatles en 1964; el tío que asegura que vieron a George Harrison en Machu Picchu; el disco importado en casa del vecino de mi primo con las letras traducidas al japonés.
Para un chico enamorado de la música, descubrir a los Beatles era como abrir el cielo: las canciones más bonitas, las fotos más impactantes, las leyendas más increíbles, los discos. Todos esos maravillosos discos.
Por esos días de 1980, la gran noticia ya era el regreso de John Lennon. Radios como Miraflores, 1160 o Atalaya empezaban a tocar su nuevo single “starting over”, y para mí era también un nuevo comienzo. Por fin podía escuchar algo nuevo del enigmático John Lennon, el Beatle político, el de la paz, el respondón, el de los lentes redondos y Yoko Ono, el que ya no grababa discos porque prefería estar con su hijo chiquito en Nueva York, el compañero de Paul McCartney. John Lennon había vuelto y escuchar su voz en la radio con esa mezcla de nostalgia y rocanrol era una sensación nueva, y muy grata.
La 112 llegó al cruce de Av. del Parque con Principal, y siguen las cuatro cuadras que me separan del colegio. En la esquina, como muchas veces, me encuentro con Cecilia. Ella también está en cuarto de media, pero del Nuestra Señora del Pilar -NSP- como dice su insignia. Nuestra ruta al colegio siempre es la misma por unas breves cuadras.
- ¡Oye, se murió John Lennon!, mis hermanos están tristísimos, me dijo.
- ¿Qué?, no, no es posible, acaba de sacar un disco, le respondí.
- Sí, un loco le metió unos balazos afuera de su casa, salió en la radio.
- No, no -seguí- debe ser un truco para hacer publicidad, él acaba de sacar un disco. No es posible. No Cecilia, John Lennon no ha muerto.
- Ah bueno. Yo escuché que sí. Chau, chau.
Cada uno siguió caminando. Llego al patio del colegio y todo se pone más raro: ¡Oe cotorra se murió tu viejo!, ¡el pésame lobo!, Pedro ¿quién lo mato?, ¡ahora tus discos valen más, te ganaste!, ¡los Beatles están muertos! grita otro alharaquiento. De regreso en el micro, me siento del lado de la ventana y cada quiosco de periódicos en la ruta es como un puñetazo: ha muerto el beattle (sic) John Lennon, dice Expreso; ex beatle fue asesinado a balazos confirma El Comercio. Carajo.
Bajar del micro y comprar todos lo periódicos, llegar a casa y devorarlos a solas en mi cuarto. Ver los noticieros en la noche, poner la radio todo el día -Starting Over no deja de sonar-, guardar los 10 minutos de silencio que pide Yoko y subir a la azotea para que nadie interrumpa. Esa mezcla de no entender nada y a la vez vivir una trágica y repentina beatlemania donde nadie habla de otra cosa, donde los Beatles y John Lennon suenan todo el día, donde todos me preguntan datos o quieren saber en que disco está tal o cual canción. Salir a comprar el nuevo álbum de John y Yoko “Double fantasy” que se edita relativamente pronto en el Perú. Llegan montones de revistas importadas conmemorativas -argentinas, españolas, alemanas, de los Estados Unidos-; la historia de los Beatles por capítulos en los periódicos; especiales de radio y TV; Gerardo Manuel estrena un programa con material Beatle nunca antes visto. Here they are: The Beatles!.
Las propinas no alcanzan, pero el buen corazón de hermanos, parientes y amigos consiguen todo. El enano está triste, cómprale su revista; llévalo a ver el homenaje del Grupo Amigos, tráele el polo a Pedrito.
40 años. John Lennon lleva ya el mismo tiempo muerto que el que estuvo vivo, 40 años. Ya es diciembre del 2020 y ahí sigue Lennon por todos lados: su música nunca ha dejado de sonar; su imagen con barba, de blanco y en pijama enfrentando reporteros para promocionar la paz es una de las más icónicas e influyentes. Sus canciones ya son himnos, sus frases slogans de marchas y campañas, su dualidad un recuerdo permanente de nuestra propia humanidad. Sigue siendo el artista nuevo para millones de chicos y chicas, que en este mismo instante lo están descubriendo en Spotify o YouTube y se enamoran de su música, de su imagen, sus palabras. Give peace a chance, imagine there’s no countries, war is over if you want it, life is what happens to you while you’re busy making other plans, love is a flower: you got to let it grow.
No Cecilia, John Lennon no ha muerto. Míralo, ahí está en todas esas canciones, en la rebeldía y en los ideales jóvenes, en la historia de amor de John y Yoko, en la fantasía eterna de los Beatles, en el pecho de la camiseta de tantos por el mundo. Ahí sigue con sus lentes redondos, el pelo largo y la casaca de jean. Él sigue joven, los viejos somos nosotros. Say you want a revolution, grow old along with me, all you need is love.
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