Desde hace semanas venimos escuchando sobre las protestas en Francia contra la reforma de pensiones, un anuncio que ha provocado el rechazo de una gran parte de la población francesa y que ha llevado a manifestaciones que han paralizado los transportes, apilado bolsas de basura en las calles y movilizados miles de personas reunidas en la Plaza de la Concordia. Aunque no es raro escuchar de la existencia de protestas en Francia, esta podría ser más importante a la de las demás.
Las Naciones Unidas han estimado que para el 2050, las personas mayores de 65 años se duplicarán en el mundo, llegando a pasar de 700 millones a 1.5 billones. En tanto la generación de baby boomers envejezca, la contribución al sistema de pensiones irá recayendo sobre las nuevas generaciones. Al mismo tiempo, la esperanza de vida se ha incrementado en los últimos años, alcanzando los 85 años para las mujeres y casi 80 para los hombres.
Si tomamos en cuenta que, en la actualidad, los sistemas de pensiones públicos ocupan alrededor del 15% del producto bruto interno de los países industrializados, este enfrentaría la presión de no poder cubrir las necesidades de una población retirada cada vez más grande.
Aunque la medida de aumentar la edad de retiro de 62 a 64 años no suena descabellada, el error en la introducción de la reforma por parte de Macron fue imponerla antes que buscar los votos parlamentarios. En Francia, como en otras partes del mundo, la pirámide poblacional no se va a invertir, por lo que el desafío será el de convencer a la población de implementar medidas que cambien el sistema actual de pensiones antes que el sistema se deslice hacia el colapso.
En el Perú, la pirámide de población es menos preocupante que en el caso de Francia o el de otros países industrializados; no obstante, la inclusión al sistema de pensiones y su eficiencia es uno de los problemas que debemos resolver antes de que enfrentemos otros desafíos.
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