En el último movimiento de la sinfonía “Resurrección”, del compositor austriaco Gustav Mahler, el coro -apoteósico-, exclama al unísono: “Oh, muerte, tú que a todos vences, has sido vencida”. De este modo, Mahler plasmaba en el plano musical, uno de los anhelos religiosos más preciados del ser humano: trascender a la muerte. Así, en la frase final de su célebre sinfonía se oye decir al coro:
“Si, resucitarás, corazón mío, resucitarás; lo que ha muerto volverá a nacer”. Era evidente que un artista de fines del siglo XIX, aún podría verse interpelado por cuestiones de trascendencia religiosa, y sentir que la razón y sus logros no podrían situarse con rigor objetivo ante un hecho inevitable: la muerte. De ahí la humilde inquietud espiritual que acompaña a esta gran obra, sobre todo en un contexto en que “aún moraba Dios por la historia”. Pero las cosas cambian. Y los valores y las razones de vivir, también.
Más de un siglo después, en el 2006, el médico y biólogo japonés, Shinya Yamanaka (Osaka, 1962), logró demostrar que era posible reprogramar células ya diferenciadas y devolverlas así a un estado propio de las células pluripotentes. Es decir, en términos biotecnológicos, se podría distanciar la muerte revirtiendo el proceso de envejecimiento natural. En el 2012 se le concedió el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, por este hallazgo inventivo, que potencialmente abre al desarrollo de nuevas tecnologías en este campo. Y desde ahí mucho se ha avanzado.
En el 2020 el empresario ruso israelí, Yuri Milner, fundó Altos Labs en los EE. UU. Una empresa que ha logrado captar inversiones por 3000 mil millones de dólares, financiado por personajes como Jeff Bezos (Amazon), Mark Zuckerberg (Meta), etc. Asimismo, tiene en su equipo de investigadores al mismo Shinya Yamanaka, al célebre Juan Carlos Izpisua Belmonte, a Steve Horvath, a Wolf Reik, entre otros científicos de primer nivel. De hecho, la experiencia de Altos Labs, es tomada muy en serio por los científicos que están trabajando en esta empresa, cuyos logros se esperan observar en un corto plazo.
Todo indica que al parecer hay potenciales consumidores (con mucho dinero) interesados en reprogramar sus células y alcanzar la juventud. De ahí el interés en desarrollar una terapia médica segura que les permita alcanzar la eterna juventud. En ese sentido, cada año se reúnen desde el 2019 empresas, científicos y centros de investigación en el Longevity World Forum. Lo que se busca en ese espacio divulgar sus avances en terapias contra el envejecimiento. Por ejemplo, en mayo de este año, en el South Summit de Madrid, se presentó a la “paciente cero” de una terapia rejuvenecimiento biotecnológico, Liz Parrish. Ella, dueña de una empresa en este rubro, BioViva Science, está apadrinada por el “gurú” del transhumanismo biotecnológico: José Luis Cordeiro, quien está seguro de que en este siglo la muerte será vencida. No podemos saber si ello ocurrirá. Sin embargo, al ver los resultados de esta terapia sobre Liz Parrish, una mujer de 51 años que parece de 20, son sorprendentes.
¿Será posible abolir la muerte en algún momento de la historia? No lo sabemos. Sin embargo, si es interesante hacerse varias preguntas sobre las consecuencias integrales de prolongar la vida más allá de lo que conocemos. Por ejemplo, el famoso biogerontólogo, Aubrey de Grey, considera que en unas décadas habría tecnología que permita extender la vida humana hasta los 200 o 300 años. Lo cual es inquietante. Pues nos abre a una nueva concepción del tiempo histórico y al surgimiento de nuevas asimetrías. Que actualmente haya varias empresas, con recursos muy grandes, nos indica que el asunto va en serio. Y que estemos leyendo información sobre estos temas, resulta, por decir lo menos, inquietante y perturbador.
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