Con mucha frecuencia el servicio de los organismos públicos merece la crítica de los ciudadanos. Pero una mirada positiva nos diría que ganaríamos mucho si además de criticar a los malos, también reconocemos a aquellos funcionarios que hacen muy bien sus labores.
Sí, paisano, paisana, porque no es justo, por ejemplo, meter en el mismo saco a los malos profesores, que ni siquiera quieren ser evaluados, con aquellos que se capacitan y se quedan después de clases a apoyar a los alumnos menos avanzados. Ni juntar a los servicios de salud ineficientes con el trabajo de esos médicos y enfermeras que en postas y hospitales hacen magia para atender a sus pacientes con los pocos recursos que tienen. Lo acabo de ver en el hospital 2 de mayo de Lima, donde le salvaron la vida a una señora muy, muy modesta, con una complicadísima operación al corazón y un trato muy digno. Usted paisano, paisana, seguramente también conoce a héroes similares.
Dirá tal vez que no son muchos y tal vez sean una pequeña minoría, como podría ser el caso de muchos trámites municipales, donde ineficiencias y malos manejos son comunes. Pero así fuera cierto y solo hubiera un funcionario bueno, deberíamos tener mucha más razón de reconocerle ese valor, porque motivaríamos a muchos más a seguir su ejemplo. Y al hacerlo además le quitaríamos al sector público esa imagen negativa que aleja a muchas personas honestas y eficientes, que son las que quisiéramos tener al servicio de todos.
Un buen ejemplo de estímulo al sector público es el premio a las buenas prácticas en gestión pública de Ciudadanos al día y otro el recordado “Maestros que dejan huella”, de RPP, pero debería haber muchos más. En todo caso, más importante que eso es que usted y yo, queridos paisanos, agradezcamos y señalemos los aciertos cada vez que los encontremos. Porque si para disminuir las malas acciones se necesita denunciar y castigar a los infractores, para estimular los buenos comportamientos es más útil reconocer y premiar a los que se portan bien. Como hace usted paisano, paisana, con sus hijos, a los que castiga si se portan mal y felicita por lo bueno que hacen. Si usted conoce a algún funcionario excepcional vaya y muéstrele su respeto y agradecimiento. Hágalo paisano, paisana, y verá que eso lo motivará a ser mejor a él, estimulará a otros funcionarios y, además, usted sentirá que ha hecho lo justo.
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