Perú, como muchos otros países, atraviesa una de las peores crisis sanitarias de los últimos años. La pandemia ocasionada por la propagación de la COVID-19, que a la fecha suma varios miles de contagiados en nuestro país, ha tenido un vertiginoso avance; generando que el gobierno y diversas organizaciones privadas tomen importantes medidas de emergencia. Es en este contexto donde las instituciones de educación básica y de educación superior, han apostado por la educación virtual como herramienta clave para impedir que el sector se detenga y millones de niños y jóvenes puedan seguir aprendiendo.
Así pues, en un mundo que utiliza nuevas tecnologías para impulsar su desarrollo, el Perú todavía tiene varios problemas que resolver. Por ejemplo, según el reporte Estado de la banda ancha en América Latina y el Caribe 2017, elaborado por CEPAL, nuestro país se encuentra en el penúltimo lugar de Latinoamérica en materia de hogares con acceso a internet. Sin embargo, si bien el Perú aun presenta grandes limitaciones de conectividad, esta crisis representa una gran oportunidad para explorar nuevas formas de trabajo y, además, nos permite profundizar en una alternativa de educación virtual que puede ser de gran utilidad en contextos como el que estamos viviendo, en donde las clases presenciales no son una opción.
En línea con ello, diversos estudios a nivel mundial aseguran que la educación a distancia o virtual mantiene y hasta supera los resultados de la presencial, puesto que desarrolla competencias adicionales. En los últimos años, a raíz de los adelantos tecnológicos, se ha hecho más evidente el potencial de las nuevas tecnologías en educación, las cuales facilitan el paso de ambientes de aprendizaje centrados en el instructor a aquellos centrados en el estudiante y, sobre todo, en el grupo de estudiantes que aprende de forma colaborativa. Por otro lado, el maestro puede utilizar diferentes medios y herramientas para garantizar clases con mayor interactividad y, además, las clases en línea son más flexibles en tiempo y espacio, aseguran la continuidad académica y ayudan a que no se detenga el aprendizaje.
Como vemos, el futuro ya está aquí y uno de los principales retos es evitar que este tipo de crisis o de emergencias afecten la educación; por el contrario, este periodo es una buena oportunidad para desarrollar alternativas eficientes que permitan democratizar la información y continuar estudiando a través de la tecnología. Para ello, la institucionalidad y un plan de inversión estratégico para mejorar la infraestructura de conectividad, será clave para tener un país más y mejor conectado, donde acortemos la gran brecha digital que actualmente nos limita.
En definitiva, la educación no se puede detener y para ello, es importante la contribución y el compromiso de todos. Por eso, esta es una gran oportunidad que nos permite, a través del conocimiento, abrir la mente, ampliar nuestros horizontes y prepararnos para enfrentar los retos que tenemos por delante. En días como estos, en los que nuestro país atraviesa una situación complicada, debemos continuar aprendiendo y apostar porque nuestra formación no se detenga.
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