Si la creatividad pudiera explicarse a través de colores, utilizaría el rojo y blanco para hacerlo. La razón es simple e indiscutible: la creatividad es el sello distintivo de los peruanos. No importa la circunstancia, ya sea que estemos jugando un mundial de fútbol o atravesando una pandemia devastadora, siempre encontramos maneras ingeniosas de salir adelante. No en vano según el WARC Rankings Creative 100, realizado en 2020, el Perú ocupa el quinto lugar entre los países más creativos de América Latina y, a nivel global, se ubica en el puesto 30.
Esta noticia es alentadora, pero ¿cómo podemos sacarle el máximo provecho a nuestra creatividad para resolver los problemas del país? Ese es justamente uno de nuestros principales retos. Es innegable que los peruanos tenemos ideas originales y sumamente ingeniosas, pero muchas veces no sabemos cómo sistematizarlas para transformar esa creatividad en procesos de innovación que aporten soluciones trascendentales y sostenibles. Y es que, si bien hemos mejorado, el Perú aún se encuentra a mitad de la tabla en el Índice Global de Innovación 2021, donde ocupa el puesto 70 de 132 países.
Ante esta situación, considero que la academia, el Estado y las empresas tienen el gran desafío de incentivar la creatividad e innovación en el país. Desde la academia, es necesario asumir un rol protagónico en el desarrollo de la creatividad y el impulso de la innovación en los estudiantes. Los niños y jóvenes son una cantera inagotable de ideas creativas que debemos estimular para que puedan investigar, experimentar, prototipar y desarrollar proyectos e iniciativas que generen un impacto positivo. Para ello, será necesario seguir implementando espacios adecuados y desarrollando actividades que estimulen la creatividad e innovación.
Por otro lado, el Estado debería impulsar la competitividad del país fomentando la investigación, el conocimiento de áreas emergentes, el desarrollo tecnológico y la innovación. Pero, para lograrlo, no basta únicamente con destinar más recursos económicos, también se necesitan políticas claras y objetivos medibles. Por su parte, las empresas tienen el gran desafío de fomentar una cultura de innovación involucrándose y participando activamente de este ecosistema, a través de la facilitación de recursos, transferencia de conocimiento, capacitación de equipos, desarrollo de iniciativas de valor compartido, etc.
Finalmente, es importante que miremos este reto como un trabajo conjunto y articulado, donde los actores principales están sentados en la misma mesa y con un mismo objetivo. El compromiso debe ser de todos los sectores involucrados para fomentar la creatividad y estimular la innovación en todos los niveles de la sociedad. Por eso, los invito a que trabajemos juntos, desde los diferentes frentes en la creación de una metodología que nos lleve a implementar -y también patentar, como ocurre masivamente en los países industrializados- procesos transformadores que nos conviertan en un país cuya creatividad trascienda a través de verdaderos procesos de innovación en beneficio de todos.
Comparte esta noticia