Cuando hablamos de adopción se puede pensar que es derecho del adulto por una necesidad o para llenar algún vacío, cuando en realidad el derecho es del niño a tener un padre (y una madre), a vivir en una familia que lo quiera y lo proteja. No se trata que más gente adopte, sino de entender qué es la adopción.
En este sentido, Eda Aguilar, directora de la ONG Acogiendo explica que “la adopción no es un meramente un acto de solidaridad ni de altruisimo, sino la decisión de asumir una responsabilidad en la vida, la crianza y formación de un ser humano. El derecho no es del padre, sino del niño a tener una familia”.
“El niño demanda su derecho a tener padre y madre, a vivir en familia. Pero, ¿quien va a ofertar? Los adultos ofrecen la decisión de quere asumir con responsabilidad la crianza, el cuidado y protección del niño. La adopción se inicia con la demanda de un niño, no con la oferta de un adulto”, explica.
Centrándonos en los principales problemas de la adopción en nuestro país y Latinoamérica, uno de los más importantes es que los niños llegan muy tarde al sistema de adopciones, según explica Aguilar, abogada con experiencia en este tema.
Por cada seis meses de vida institucional, es decir en un albergue, hay un año de retraso en el desarrollo físico y emocional del menor. Un niño de 4 años que vivió un año en un albergue tiene dos años de retraso en su desarrollo físico y emocional. “Esto genera mucho daño en los niños”, acota Aguilar.
“Si fuéramos más conscientes de esto seríamos más responsables de preocuparnos por el niño y no por el adulto”, comenta la experta, quien señala que falta más trabajo por parte de la Dirección de Protección Especial (DPE) de la Dirección General de Adopciones del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Para Aguilar, el problema no recae en los jueces de familia que no declaran a tiempo que el niño esté en estado de adoptabilidad, sino en las DPE que no realizan de manera oportuna y con un enfoque adecuado, que priorice al niño en situación de abandono o riesgo, los expedientes de los menores.
“A nivel nacional están llegando entre 5 a 8 niños al mes a la dirección de adopciones”, explica. Una cifra muy baja comparada al Plan Nacional de Acción por la Infancia y Adolescencia, que en el 2012 señala había más de 17 mil niños viviendo en Centros de Atención Residencial para niños y adolescentes (CAR).
Según un informe de El Comercio de mayo del 2018, Inabif tiene 40 CARS en Lima y 200 CARS privados a nivel nacional que suman alrededor de 10 mil niños y adolescentes. Aguilar se pregunta ¿cómo han hecho para reducir la cifra de 17 mil niños a casi la mitad? Explica que existen albergues privados que no están registrados.
“No puedes implementar politicas públicas sin tener fuentes de verificación reales. Es responsabildiad del Estado velar por la tutoría legal de estos niños que se encuentra en situación de desamparo. Un niño sin familia está en situación de riesgo y el Estado tiene que hacerse cargo”, advierte la experta.
Para la especiailista en temas de adopción, un grupo importante de niños llega tarde al sistema, entre los 11 y 14 años. “Adoptar a un adolescente es difícil para él y para la familia”, dice y agrega que “no hay políticas para la vida autónoma de los adolescentes que están por egresar del sistema de adopción”, explica.
El MIMP ha alargado un año la permanencia de adolescentes en el sistema, hasta los 19 años, pero en vez debiera haber un planteamiento distinto de acogimiento familiar o alguna medida educativa que los prepare para su reinserción. En fin, mucho que seguir trabajando en el tema de la adopción e nuestro país.
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