Senqa oscuro, aguacero seguro, me decía mi abuela al referirse al cerro que está detrás del Saqsayhuamán. Senqa significa nariz. Mi abuela nos enseñaba a leer el cielo, una práctica aprendida por hombres y mujeres del ande. Así lo explica Alejandro Vargas Díaz, un experimentado guía turístico de la ciudad del Cusco.
“El Inka —que significa el hijo legítimo del Dios Sol— había sido educado y tenía la capacidad de pronosticar el clima. Era el único capaz de hablar con los dioses y tenía la habilidad de hablar con sus hermanos y hermanas que mañana iba a llover y llovía”, explica Vargas, quien organizó la fiesta del Señor de Qoyllur Ri’ti en 2006.
Para Vargas Díaz, “la oralidad es la manera en que nuestros antepasados han transmitido sus conocimientos, saberes, religión e historia, y siguen vigentes más de 600 años después. La oralidad es la fuente más importante de información hasta hoy presente en los cusqueños y andinos”.
Cada solsticio de invierno o 21 de junio, la población andina se dirigía en peregrinación al nevado de Ausangate, uno de los apus o cerros sagrados que, según tradición, protegían al pueblo cusqueño de terremotos y pestes. Ahí se habría producido la aparición milagrosa de Cristo de Qoyllur Ri’ti en una roca.
“En la fiesta del Qoyllur Ri’ti, los jefes de las comunidades altoandinas cortaban bloques de hielo del nevado y lo traían a la fiesta del Corpus Christi. El agua se deshielaba, la cogían en fuentes y la llevaban al pueblo, donde la esparcían como agua bendita en los campos de cultivo para asegurar la fertilidad de la tierra”, dice.
Desde hace diez años, tomar hielo del nevado para la fiesta del Señor de Qoyllur Ri’ti está prohibido por el calentamiento global. Actualmente, Vargas como muchos cuzqueños hacen una ofrenda a la Pachamama, con hojas o semillas de coca, lana, conchas, etc. y entierran sus cenizas en el jardín de su casa para asegurar la protección de su familia.
Alejandro Vargas Díaz, guía oficial de turismo desde el 2007, recuerda claramente cuando un año antes danzó para el Señor de Qoyllur Ri’ti, y le pidió tener dos hijos varones. Para ese entonces, ya convivía con su pareja, con quien tendría sus dos hijos posteriormente en el 2013 y 2017.
“El Servinacuy es una institución en el mundo andino en la que convives hasta asegurar que ella sea una buena esposa y yo un buen esposo”, acota Vargas Díaz. Sin embargo, reconoce que la fiesta que precede a la boda, es muy importante para el católico cuzqueño.
“Las fiestas son tan grandes y significan una verdadera presión que tiene el cuzqueño de hacer una boda con los familiares de la esposa y los propios familiares. Es difícil lograr convocar a 300 personas”, señala el experimentado guía turístico que tiene 45 años de edad.
Vargas Díaz explica que “debemos casarnos, porque la sociedad no nos va a ver bien si no somos casados” y agrega que “en nuestra convivencia la religión esta mezclada con nuestra vida cotidiana. Es muy importante mantener las normas de la religión y de la convivencia social”.
Para Vargas, la religiosidad se expresa que a través de la danza y los cánticos. “Cuanto más bailamos y sufrimos físicamente, aseguramos que los dioses nos protejan y bendigan con un buen año y buenas cosechas”, explica. En el siguiente artículo, conocerás otros ejemplos de transculturación o encuentro de dos culturas: la andina y española. ¡No te lo pierdas!
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