El aborto es una de las experiencias más duras por las que puede pasar una mujer. Uno piensa que el aborto puede ser la solución a un supuesto problema, pero, en realidad, es sólo el inicio de una ráfaga de dolor, rabia y rencor. Este es el testimonio de una mujer que tuvo un aborto provocado cuando era adolescente.
Según su relato que aparece en el libro Señor… ¿dónde está mi hijo, “las mujeres nos sentimos estigmatizadas y malas, pues nadie debe ser capaz de matar a su propio hijo. Todo este dolor primero hay que reconocerlo y aceptar que el aborto no soluciona tu vida, sino que sientes más pena que antes. Pero, hay solución”.
Para Elizabeth Bunsterd, fundadora del Proyecto Esperanza en Chile, “el aborto no es la solución, sino el inicio del problema. Después de 25 años de atender personas que han vivido el aborto, me doy cuenta que es un dolor que está muy en silencio y es desconocido para el mundo”.
El Proyecto Esperanza nace en 1999 bajo el alero del Santuario de Schoenstatt en la comuna de La Florida, en Chile. Actualmente, está presente en 17 países de América Latina y El Caribe. “En 1992, Family Life Council nos habla del Proyecto Raquel en EE.UU. que es la inspiración del Proyecto Esperanza”, comenta Bunsterd sobre sus orígenes.
Bunsterd señala que “para la aceptación de un aborto es fundamental que reconozcan que existe la mirada misericordiosa de Dios, y segundo, reconocer que existen las secuelas del aborto. Cuando tienes el diagnóstico es como el 50% del remedio o solución”.
Entre las secuelas postaborto más comunes en mujeres están la sensación de vacío, ansiedad, soledad, remordimiento, culpa, rabia, dolor, pensamientos obsesivos sobre el hijo, trastorno de conductas o de hábitos alimenticios, entre otras. Estas secuelas son más marcadas cuando el aborto ha sido provocado.
“Proyecto Esperanza en un programa pastoral que busca que ante el drama del aborto ella o él descubran que existe este amor y misericordia de Dios, y su hijo sea el primero que interceda para que esa madre o padre pueda sanar y recuperarse de esta herida”, señala Bunsterd.
“En el tema del aborto no funciona la frase «el tiempo todo lo cura». Pues mientras más va pasando el tiempo más se va agudizando el dolor del aborto”, explica Bunsterd, quien señala que el aborto, a diferencia de lo que se piensa, no es un problema de los estratos sociales más bajos de niveles socioeconómicos medios y altos.
En el Perú, el Proyecto Esperanza está presente en Lima, Arequipa, Piura y Tumbes. Próximamente estará presente en Cusco, Ica, Tacna y Trujillo. “Desde pandemia atendemos de manera virtual a todas las provincias del país”, explica Luz Aráoz, quien lidera el Proyecto Esperanza en el país.
Este 30 de octubre, una delegación de 30 personas del Proyecto Esperanza con obispos de la Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe (CELAM) tendrán una audiencia con el Papa en Roma. Desde el 2015, los lineamientos trabajados en el Proyecto Esperanza se incorporaron al CELAM.
Para más información ingresa a: https://proesperanza.org, escribe a proyectoesperanza.sedelima@gmail.com o al WhatsApp 995180691. También puedes encontrar esta iniciativa pastoral en redes sociales como Instagram y Facebook como Proyecto Esperanza Perú.
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