El actor y director Salvador del Solar regresa a las tablas- esta vez a través de las pantallas- con “Yo, Cinna (el poeta)”, una obra que interpela nuestra función ciudadana y artística en medio de cambios políticos y sociales, temas actuales como lo eran hace más de dos mil años.
“O sales y eres parte de los acontecimientos, o te quedas en casa encerrado, como si no existiera lo que sucede afuera” dice Cinna en una parte de su monólogo, una oración que nos llama a la acción, incluso en tiempos complejos como los que vivimos actualmente. "Yo, Cinna" fue escrita en 2012 por Tim Crouch, quien buscó ampliar la historia del poeta que es personaje de la obra “Julio César” de William Shakespeare, en la que tiene una pequeña participación.
Esta obra, que se estrena este 17 de abril en el Teatro Británico y que tendrá funciones todos los sábados y domingos hasta finales de mayo, tiene como protagonista al actor y director Salvador del Solar, quien le dará vida al poeta Cinna.
Cinna está entre paréntesis, al margen de lo que pasa en su realidad, ¿qué características crees que son con las que nos podemos identificar con él?
En el momento en el que está viviendo, Cinna se siente entre paréntesis y creo que es algo que muchas personas podemos sentir en común. Para comenzar, la sola experiencia de la pandemia. La obra fue escrita en el 2012 y no tiene ninguna idea de un confinamiento, pero el confinamiento es una manera de estar entre paredes, entre paréntesis también. Creo que Cinna se siente así respecto de un contexto político en particular. Creo que es importante recordar que Cinna es un personaje pequeñísimo, tiene una aparición brevísima en la obra "Julio César" de Shakespeare, estamos hablando ya de milenios. Creo que algo muy particular de la propuesta de Lucho Tuesta como director es que este tipo de situaciones vuelven una y otra vez a la humanidad.
En ese contexto, ¿qué significa sentirse entre paréntesis? Significa no identificarse, sentirse abrumados, fastidiados, molestos, decepcionados, deprimidos o aislados. Hay momentos en la historia de las sociedades en los que la temperatura pareces subir y las posturas más extremas parecen tomar el escenario, tomar las plazas, tomar la conversación. Y, hay algunas personas como Cinna, que es un poeta, que ante situaciones así se sienten aisladas, sienten no conectar, entonces es un punto de partida como para que todos podamos preguntarnos hasta qué punto podemos sentirnos identificados con algo así, o de pronto no. Y una de las grandes preguntas de la obra es ¿qué tipo de consecuencias puede traer mantenerse entre paréntesis?
El arte es un medio para poner en debate preguntas urgentes y la obra reflexiona sobre el papel del artista en la dinámica social. ¿El artista debe cumplir algún papel en la coyuntura?
Por una parte, me parece que no hay un papel que pedirles a los artistas, un rol específico que establecer de antemano y decir: ‘bueno, si vas a dedicarte a algún tipo de actividad o expresión artística, entonces tienes que cumplir este rol’. Creo que es una especie de anatema respecto a la vocación artística. La vocación, como justamente lo dice la palabra, es un llamado que algunas personas atienden para vincularse con la vida, de una manera que parece ser un poco periférica respecto de la actividad promedio de las sociedades. Y creo que ese ángulo un poquito periférico ofrece una mirada que es capaz de inquietar, despertar, remover, cuestionar a quienes nos movemos más o menos en la marea promedio, y creo que el arte tiene la capacidad de despertarnos, de hacernos pensar que las cosas pueden ser de otra manera.
Ahora, desde esa posición que ocupan los artistas, yo creo que se ofrece muchas veces una lectura personal, individual, que tienen un impacto valiosísimo en quienes pueden quedar expuestos al arte, pero otras veces también puede ser una lectura social, política y capaz de cuestionarnos en general. Creo que el arte suele estar en su mejor forma cuando va a contracorriente, cuando nos incomoda, cuando nos hace preguntas que no estamos haciendo, no tanto cuando puede terminar convirtiéndose en propaganda de las ideas imperantes o en mercadería pura, nada contra el hecho de que el arte obtenga un valor en el mercado, pero creo que tanto sabemos que hay momentos en los que ya abandona esa capacidad de despertarnos.
“Yo, Cinna” y la serie de “Los Prisioneros” tienen en común el factor social, ¿qué características tienen los proyectos para que decidas elegirlos?
Muchas veces en el mundo de la actuación, de la televisión, del teatro y del cine, no es fácil estar en una posición donde yo elijo, y de la gama de opciones que tengo, estoy eligiendo esto que prefiero, que resuena más en mí. Pero hay oportunidades que uno puede decir 'no estoy interesado en este proyecto'. En algunos momentos de la vida uno tiene la suerte de poder vincularse a proyectos con los que tienes afinidad, resonancia, como en el caso de Los Prisioneros (la serie de la que dirigió 3 capítulos y se estrena este año) o el caso de Magallanes, que fue algo a lo que yo me dediqué durante años, escribir desde la página en blanco, son cosas que he elegido, así como "Cinna", y efectivamente creo que responden al hecho de que de que me importa lo que sucede en nuestra sociedad, como a muchísima gente, y de que creo en el poder esencial del arte, en este caso del arte escénico o audiovisual, incluso desde la ficción misma para ofrecernos un contenido que muchas veces siento yo que tiene mucho mayor realidad que la cotidianidad.
La cotidianidad tiene una especie de efecto de adormecimiento. A mí me pasa muchas veces desde muy joven que cuando iba al teatro salía con una sensación que no podía terminar de explicar. En mi caso no es que lo único que me interese desde las historias a contar sea aquello que tenga algún tipo de de eco social o político, me interesa, pero no es lo único que me interesa. Hay una línea en "Cinna" donde Cinna dice: ‘Creo que tengo que reconocer que a veces no soy un buen poeta, un poeta debería ser capaz de ver el futuro’. Justamente Los Prisioneros, Jorge González, con una especie de don profético, hace tantos años han escrito cosas que parecen tan vigentes hoy y creo que son un ejemplo más, entre muchos artistas, que tienen esa especie de lucidez, que parecen despojados de los filtros que todos hemos ido cargando sin darnos cuenta y que no nos permiten notar lo evidente, y que muchas veces nos termina estallando en la cara en algún momento.
En la obra se interpela el rol ciudadano y la democracia. ¿Qué tan vigenten se vuelven estos temas para nuestra coyuntura?
Creo que la manera en la que Cinna nos interpela, en este trabajo del dramaturgo británico Tim Crouch, es efectivamente, en nuestra condición de ciudadanos, pero no sólo en nuestra condición de ciudadanos, yo creo que lo que más me mueve es que hay otro momento en la obra donde hay una situación extrema y Cinna dice que la gente está perdida, necesita orientación y la busca en los líderes, en los políticos, no en los poetas. Creo que Tim nos plantea que nos preguntemos nuestra condición ciudadana, pero también nuestra condición poética. No tenemos que dedicarnos a la política para ser ciudadanos, ni tenemos que escribir poesía para ser poetas, de alguna manera hay arte en nosotros, hay una sensibilidad en todos nosotros, y hay una responsabilidad también. Crouch se mueve en este texto como navegando en un cauce que tiene estas dos paredes, yo creo que no nos interpela solamente como ciudadanos, sino como artistas, como personas con una sensibilidad: dónde está el horror en lo que vemos, dónde está la belleza, dónde está la sensibilidad; y, al mismo tiempo, cuál es el poder de la palabra cargada de poética y retórica en el impacto político, hasta qué punto suspendemos nuestra capacidad de pensar para seguir a ciegas a un político.
Acabamos de vivir una primera vuelta, ahora viene la segunda vuelta, y creo que va a ser muy claro cómo no importa en la posición política en la que estés. Como seres humanos desactivamos alguna parte de nuestra visión y yo creo que incluso nuestra inteligencia para ver solamente lo que nos gusta de nuestra preferencia, y solamente lo que nos disgusta de quien no tienen esa preferencia. Y Crouch lo que hace a través de Cinna es cuestionarnos respecto de una realidad política y de nuestra capacidad poética de ver, de tratar de ver de verdad, de despertar de la ceguera selectiva que vamos eligiendo, a veces de manera inconsciente.
En 2020, ya durante la pandemia de la COVID-19, Tim Crouch reescribió su obra para que funcione para las pantallas. ¿Qué retos implica para la obra la virtualidad?
Hay algo que parece reemplazable y no lo llega a ser del todo. El desafío principal es esta sensación de que estamos todos juntos, hemos dejado el mundo aparte, hemos atravesado las ciudades de nuestras esquinas para compartir este momento que creo que es de otra dimensión, de una dimensión diferente a la cotidiana, una realidad que tiene otra cualidad.
El esfuerzo que estamos haciendo con todo el apoyo del equipo del Teatro Británico es acercar a los espectadores lo más posible a esa experiencia. De hecho no sólo por el uso de una variedad de cámaras, sino que creo que en parte, el propio Tim Crouch lo ha reconocido, la obra tiene esto porque invita no solo a la atención del público, sino a su participación. De hecho, toda la obra está hecha para que finalmente el poema que Cinna quiere escribir durante toda la obra sea escrito por los espectadores. Hay una invitación a que todos veamos esta obra con una libreta, con un cuaderno y con un lapicero para juntos ir preguntándonos, cuestionándonos y armando una especie poema, y luego para que cada espectador sienta la libertad, la oportunidad de escribir algo respecto a lo que fuese viendo.
Lo que estamos ofreciendo es nuestro mejor esfuerzo por acercarnos a esta experiencia irremplazable de compartir el espacio físico en un teatro.
La pandemia dio un duro golpe a las artes escénicas, como el teatro, y la virtualidad ayudó a volver a reencontrarse con el público. ¿Cómo ves el futuro del teatro pospandemia?
Las personas valoramos mucho, necesitamos diría, tener esas experiencias en comunidad. La tecnología ahora nos permite tener muchas experiencias en aislamiento y eso implica una serie de comodidades también, pero de todas formas hay algo en invitar a alguien a salir para tener esta actividad especial, hay algo en ir a un lugar. Cuando la tranquilidad vaya reinstalándose no creo que desaparezca el teatro virtual, creo que la experiencia teatral se habrá enriquecido descubriendo que hay obras que pueden compartirse sin limitación geográfica.
Creo que va a haber una etapa muy rica, muy importante donde volver al teatro, al cine, así como volver a los templos o a los estadios y los conciertos, va a tener un entusiasmo adicional por el hecho de lo que significa poder volver.
Finalmente, ¿qué frase de Cinna es tu favorita y podría representarte en este momento?
Hay muchas. Una que me gusta, me anima, me conmueve particularmente, dice: ‘Noticia de último minuto: la poesía vence a la prosa’. Creo que es una frase que encierra algún muy cierto: cuando tenemos esos chispazos a veces totalmente involuntarios, espontáneos, que nos conectan con cualquiera que sea nuestra actividad de una manera viva, de una manera nueva, profunda, la prosa de pronto, con todo respeto por la prosa, siendo el equivalente a lo normal, lo cotidiano, de pronto se desvanece.
Hay otra que tiene algo que ver también y es: ‘Las palabras funcionan sólo si ustedes hacen funcionar a las palabras’. También me gusta mucho, usamos las palabras cotidianamente, pero muchas veces hablamos sin pensar o sin ser autores de lo que estamos diciendo. Hay momentos cuando hablamos desde el corazón, cuando hablamos desde la verdad, cuando hablamos desde la honestidad, donde de pronto las palabras van a tener presencia y efecto, un impacto.
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